Son sueños vanos, torpes y necios

Son sueños vanos, torpes y necios

Al «tegua» Jaramillo, como burlonamente lo llaman en las redes sociales, cabe aconsejarle que actualice sus conceptos políticos.

Acaba de declarar a voz en cuello en el recinto del Congreso que no lo avergüenza profesar la utopía socialista y que, a pesar de ser agnóstico, la considera inspirada nada menos que en Jesucristo.

Hace 100 años e incluso algo menos era plausible le creencia de que el futuro de la humanidad se cifraba en la instauración del socialismo, del que se esperaba que trajera por fin la anhelada justicia social y, en suma, la felicidad colectiva. Era frecuente que se hablara por esas calendas del Paraíso Comunista que se estaba construyendo en la URSS y luego en los países que siguieron su modelo.

Hoy se sabe que ese sueño no era utópico, sino distópico. El régimen comunista se hundió bajo el peso de su propia podredumbre en Rusia y sus países satélites de Europa central. Cambió, además, radicalmente de signo en China y Vietnam. Y ha mostrado de modo fehaciente su rotundo fracaso en Cuba, Venezuela y Nicaragua, por no hablar de los países africanos que lo adoptaron hace años y sucumbieron ante la hambruna que produjo.

A ese «tegua», así como a su jefe y los que alimentan la pesadilla comunista, se les recomienda que lean, por ejemplo, «El pasado de una ilusión», libro en el que F. Furet, que en su juventud, había adherido a esos delirios, hace un decisivo ajuste de cuentas con tan maligna ideología. Vid. El pasado de una ilusión (archive.org).

Si no les basta con ello, acudan a «Seis años que cambiaron el mundo», de la recientemente fallecida Hélène Carrèrre D’Encausse (vid. https://www.planetadelibros.com/libro-seis-anos-que-cambiaron-el-mundo/214946#soporte/170101), que versa sobre la caída del Imperio Soviético, o «Historia del Presente», de Timothy Garton Asch (vid. Historia del presente – Timothy Garton Ash | PlanetadeLibros). En ellos se narra de manera fidedigna y con pleno conocimiento de causa el proceso de implosión del comunismo en el bloque soviético.

Si el régimen subsiste en Corea del Norte, Cuba, Venezuela y Nicaragua, no es por su bondad intrínseca, sino por obra de la férrea dictadura que pesa sobre sus agobiadas poblaciones.

Sugiero la lectura de dos escritos recientes que ilustran sobre el hambre que hoy se padece en Cuba: https://www.dw.com/es/el-hambre-golpea-nuevamente-a-la-puerta-de-cuba/a-68390975?maca=spa-newsletter_sp_Titulares-2358-xml-newsletter&at_medium=Newsletter&at_campaign=ES%20-%20Titulares&at_dw_language=es&at_number=20240228&r=4726584946406135&lid=2844635&pm_ln=241895; https://www.cubanet.org/actualidad/se-agrava-situacion-alimentaria-cuba-pide-ayuda-a-la-onu-por-falta-de-leche/.

Allá dicen que es por el bloqueo norteamericano, pero la realidad indica que la causa reside en la ineficiencia de un sistema económico que conduce al empobrecimiento generalizado e incluso la miseria de la población. La gente quiere huir de esos países, a donde sólo aspiran a llegar quienes puedan gozar de los privilegios de las castas minoritarias que los dominan, vale decir, lo que los soviéticos llamaban la «Nomenklatura».

Leí hace poco en «La civilización puesta a prueba», de Arnold Toynbee, que la nuestra quizás podría escapar al sino que ha llevado a la destrucción a las demás civilizaciones si nos ponemos de acuerdo en un gobierno que garantice la paz mundial, si somos capaces de conciliar lo público con lo privado y si reconocemos el fundamento religioso del orden social (vid. La Civilización Puesta A Prueba Arnold J. Toynbee : Arnold J. Toynbee : Free Download, Borrow, and Streaming : Internet Archive).

El socialismo, tal como lo concibe la secta que se ha adueñado del poder entre nosotros, sólo cree en las supuestas virtudes de lo público y sataniza al sector privado. Tal como vengo repitiéndolo, alberga un designio totalitario y liberticida. 

El «tegua» y su jefe creen fundarlo en las enseñanzas evangélicas, tal como las interpreta la Teología de la Liberación, que es una impostura urdida por la KGB soviética para destruir la Iglesia desde dentro (vid.  La teología de la liberación, ¿creada por el KGB para destruir la Iglesia desde dentro? – Adelante la Fe).

Pienso, como Chesterton, que ningún régimen social puede afirmar que sigue el modelo del Evangelio, pues, tal como lo declaró Nuestro Señor Jesucristo, «Mi Reino no es de este Mundo» (Vid. Juan, 18 – La Biblia de Jerusalén – Bíblia Católica Online (bibliacatolica.com.br).

Todos los regímenes son defectuosos, dado que son humanos. A mis estudiantes les decía que son infinitamente mejorables, pero también infinitamente degradables. Hay, desde luego, unos mejores que otros y el proceso civilizatorio ha conducido a instaurar dispositivos institucionales que los hagan más llevaderos para la existencia humana. Pero de ninguno puede esperarse que traiga consigo la felicidad colectiva. y la superación de todas las contradicciones sociales, como lo creían los promotores del «Socialismo Científico». El bien común no deja de ser ilusorio si se lo mira como algo que penetra toda la vida del Estado. Sus alcances son siempre parciales e incluso, como lo han puesto de presente destacados pensadores, no deja de ofrecer aristas un sí es no es demoníacas (vid. La senda del mal: política y razón de Estado – Rafael del Águila Tejerina – Google Libros).

Reitero que el sueño político del «tegua» y su jefe no es otra cosa que una pesadilla que ojalá no se prolongue más allá de 2026, Lo que nos ofrece, como dice un precioso tema gardeliano, «son sueños vanos, torpes y necios».

Jesús Vallejo Mejía

Publicado: marzo 6 de 2024