Santos ataca a la oposición

Santos ataca a la oposición

El presidente que pactó la entrega de Colombia a un grupo de terroristas, llama “violentos y virulentos” a sus opositores.

Es propio de los tiranos, descalificar con los perores términos a aquellos que tienen el valor civil de oponérseles y denunciar sus excesos y desmanes.

La oposición colombiana ha sido leal y respetuosa de las reglas de juego que impone la vida en democracia. Mientras Santos abusó de la justicia para perseguir, encarcelar y expulsar hacia el exilio a diferentes figuras del uribismo, esta corriente ideológica, con todo el esfuerzo y con el viento en contra, ha mantenido con firmeza un discurso de oposición fundamentado en los argumentos y las razones.

Santos llegó al extremo abusivo de asegurar que la oposición colombiana es “violenta y virulenta”.

Él, acostumbrado a comprar conciencias y respaldos, resiente que en Colombia haya un grupo –mayoritario por demás- que no se ha dejado sobornar por la mermelada. Se trata de millones de colombianos que con todo el derecho han alzado sus voces para expresar su desacuerdo con el rumbo que el presidente le ha dado al país.

Dice la Real Academia Española que virulento es aquello “que tiene pus”. El uso de dicho vocablo por el primer mandatario, pone de presente el talante mezquino de quien lleva las riendas de la nación. Le desluce a un jefe de Estado, Nobel de paz por demás, utilizar ese tipo de expresiones que lo ubican al mismo nivel de su fallecido mejor amigo Hugo Chávez, quien no reprimía la aplicación de vulgaridades cuando se dirigía a sus opositores.

Causa impresión que Santos, además, diga que la oposición en Colombia es violenta. Parece que al presidente se le confundieron los papeles. Acá los únicos violentos, violadores de los derechos humanos, traficantes de estupefacientes, reclutadores de menores, desplazadores, despojadores y asesinos son, precisamente, los conmilitones de Juan Manuel Santos: las Farc.

Si el presidente tiene pruebas de que la oposición democrática a su gobierno ha adelantado actos de violencia, está en el deber de hacerlas públicas en el término de la distancia. Igualmente, debe presentar las respectivas denuncias para efectos de que la justicia sancione ejemplarmente a los responsables.

Claramente, el presidente de la República está, una vez más, mintiendo. La oposición de Colombia, que a él le parece virulenta, no ha hecho nada que esté por fuera de las normas legales.

Todo es un tema de perspectiva. Para Santos, quienes votaron por el NO en el plebiscito son personas “virulentas”, mientras que defiende a sus cuestionadas exministras Gina Parody y Cecilia Álvarez, diciendo que ellas “son impolutas”, tratando de tapar el nauseabundo acto de corrupción que rodeó la construcción de la carretera entre Ocaña y Gamarra y en el que esas dos exfuncionarias tienen un altísimo grado de responsabilidad.

Queda en evidencia el desespero del mandatario, cuando faltan pocos días para la marcha convocada para el sábado 1 de abril. Nada hará que los ciudadanos que se aprestan a abarrotar las calles de Colombia, cambien de opinión. El descontento con el régimen es cada vez mayor y la única salida sensata, en medio de la turbulencia política, es la renuncia de Santos a la presidencia de la República.

@IrreverentesCol

Publicado: marzo 28 de 2017