El poderoso e influyente senador republicano por el estado de Florida Marco Rubio está promoviendo una iniciativa que obligue al gobierno Biden a cumplir la ley que revoca la visa de quienes apoyan al grupo terrorista Hamas.
El senador -que en el pasado fue precandidato a la presidencia de los Estados Unidos- ha lamentado que en territorio americano haya personas que estimulen la propaganda a favor de Hamas. Citó el ejemplo de muchas universidades del país, donde estudiantes extranjeros están participando en manifestaciones, muchas de ellas violentas, contra el Estado de Israel y a favor de la estructura terrorista que asesinó a más de mil cuatrocientas personas hace dos semanas y media, acción que generó indignación y solidaridad en el mundo libre que se opone decididamente al terrorismo islamista.
En occidente hay dos jefes de gobierno que han defendido al islamismo: Petro en Colombia y el socialcomunista Pedro Sánchez en España. Izquierdistas como el presidente de Brasil Luis Ignacio Lula da Silva, han condenado sin anfibologías la barbarie de la banda terrorista promovida por Irán.
Una persona que respalde a un grupo terrorista -y por respaldo se entiende la justificación de sus acciones- no puede acceder a un visado estadounidense, y si ya lo tiene, aquello es causal para la cancelación inmediata.
La pregunta es: ¿Petro puede perder su visa? En estricto sentido, sí. Ahora, el Departamento de Estado evaluará los detalles y las consecuencias antes de dar ese paso, pues una medida de tal calibre lesionará las relaciones con un país que, para los Estados Unidos, es importante.
La política exterior consiste en la defensa de los intereses nacionales y no de los gustos. Estados Unidos, al margen de las valoraciones que se hagan frente a la estulticia, el fanatismo y la incompetencia de Petro, necesita mantener, mientras sea posible, una relación medianamente fluida con Colombia, salvo que el presidente del país suramericano continúe tensionando la cuerda, enviando señales inequívocas de su compromiso con el terrorismo internacional.
El caso del narcocanciller Leyva sirve de ejemplo. Ese sujeto, que ha sido un agente de la mafia y del terrorismo, tenía prohibida la entrada a los Estados Unidos. Cuando Petro lo nombró como ministro de Relaciones Exteriores, el Departamento de Estado le concedió una visa temporal para que pueda desarrollar sus funciones. Seguramente, apenas salga del cargo, dicha visa será revocada, pues Leyva Durán ha sido, y continuará siendo, un sujeto considerado como peligroso para los estándares de seguridad norteamericanos.
En Leyva se replicará lo sucedido con el corrupto Armando Benedetti a quien le estamparon en su pasaporte una visa oficial mientras fungió como embajador de Colombia en Venezuela y tuvo la misión de ayudar a superar la crisis entre Washington y Caracas. Benedetti incumplió las condiciones de dicha visa, la utilizó para asuntos personales y el mismo día en que Petro lo echó de la embajada, el Departamento de Estado anunció la cancelación del visado. De nuevo: Benedetti, como Leyva, son personas peligrosas -en indeseables- para el pueblo americano.
El senador Marco Rubio logrará su cometido. Su oficina cuenta con suficiente información que da cuenta de los abusos que han cometido promotores del terrorismo, que no son ciudadanos ni residentes permanentes de los Estados Unidos -y si lo fueran, podrían perder ese estatus en el caso de los ciudadanos por naturalización-.
Publicado: octubre 23 de 2023