Marcharé para solicitar al Consejo Nacional Electoral que se pronuncie

Marcharé para solicitar al Consejo Nacional Electoral que se pronuncie

Con profunda convicción cívica, jurídica y académica, marcharé, para respetuosamente solicitar al Consejo Nacional Electoral que de manera definitiva se pronuncie, bien sea, para disipar el manto de duda que se cierne sobre la legitimidad de la elección e investidura del presidente, o bien, para que se demuestra que su campaña sobrepasó la suma autorizada por la ley, y, de ser así, la Comisión de Investigaciones y Acusaciones de la Cámara de Representantes, ahora sí y de inmediato, con base en esa demostración numérica, presente ante el Senado una acusación formal contra Petro por indignidad, derivada de la violación probada de la ley, de la que, esta vez, Petro no podrá salir indemne.

Lo que no conviene, es que el Consejo Nacional Electoral siga dilatando su pronunciamiento sobre estas presuntas violaciones, máxime, disponiendo de plenas facultades y atribuciones legales para avocar e instruir la investigación, así como por la existencia de un cúmulo de pruebas que los mismos familiares de Petro y los medios de comunicación han develado y aportado, y que la nación entera conoce.

Por la continuidad de la democracia y en cumplimiento de sus obligaciones constitucionales, los Honorables Magistrados del Consejo Nacional Electoral no deben dilatar más su pronunciamiento.

También marcharé, en demostración de rechazo, repudio y condena a la grave situación de inseguridad, violencia, corrupción, inestabilidad legal, inseguridad jurídica, irrespeto a la justicia, amenaza a la libertad de prensa y, de recesión económica que nos embarga.

La crisis que afrontamos no es cíclica ni incidental, ha sido promovida, provocada y creada por un gobierno presidido por un sujeto perturbado, torpe e inepto, cegado por el odio, el resentimiento y la venganza, y, empecinado en destruir la democracia, la misma democracia que le perdonó todas sus fechorías, en la que fue elegido y, a la que ahora pretende destruir.

De nuevo Colombia marchará de manera cívica, pacífica y ordenada, en defensa de su Democracia, del Estado de Derecho y de las Instituciones Republicanas, así como para evitar que se convierta en la Narco Dictadura Comunista que Petro desea.

No es tiempo de abdicar, es tiempo de marchar en señal de rechazo a Petro, y de repudio a sus reformas que pretenden indultar criminales; premiar delincuentes; dilapidar las finanzas públicas; burocratizar el sistema de salud; destruir empresas y empleos; expropiar los ahorros de los colombianos; arruinar la economía; agudizar la pobreza; silenciar a la prensa; acabar el Estado de Derecho; y, hacer de los campos de Colombia un vergel de coca y una cadena interminable de factorías de narcóticos.

Las ocurrencias de Petro, además de obtusas y disparatadas, son perversas, y solo logran que, la poca credibilidad que le queda, día a día se diluya. Son muchos los colombianos desinformados, incautos e ingenuos que votaron por él, que hoy se sienten desengañados ante tanta maledicencia, indelicadeza, falacia y mentira. Es claro que Petro no tiene rumbo y permanece a la deriva en un mar de alucinaciones y desvaríos que él mismo ha creado.

Petro no ha entendido, y al parecer es poco probable que entienda, que ya no es candidato, que ahora es presidente y que ya no le sirve su discurso mesiánico, ofensivo e incendiario con que embaucó a muchos colombianos. En menos de dos años de gobierno, Petro ha probado su absoluta incapacidad para gobernar, el odio y el resentimiento que lo domina y, su pretensión de querer perpetuarse en el poder.

Los bandazos de su remedo de gobierno sobrecogen, pero no sorprenden; tan solo basta advertir como sus mismos ministros lo contradicen y ponen en evidencia su torpeza y miopía. Su carácter pendenciero, obcecado y autoritario, no le permite tener serenidad, prudencia y ponderación, condiciones infaltables en un gobernante. Sus descargas épicas y sus desahogos irreflexivos, han hecho que se pierda su autoridad y que ya no se le tenga el menor asomo de respeto.

Su desencuentro con los gremios de la producción, es abierto y profundo, y sus desavenencias económicas con sus directivas, insalvables. Y es que Petro no suma, Petro resta, y sigue creyendo que, para discrepar hay que maltratar, para controvertir hay que ofender, para protestar hay que destruir y para marchar hay que vandalizar.

Al parecer, Petro no ha logrado vencer al subversivo que lo habita y domina, lo que le impide tener el menor gesto de sensatez, nobleza, grandeza y gallardía. Petro es un vengador incendiario represado.

Al parecer, Petro terminará perdido en su propio laberinto y repudiado por sus electores y corifeos. No son pocos los ciudadanos que desisten de asistir a eventos en que Petro interviene, para evitar escuchar su prédica insulsa, dislocada y predecible de culpar a otros de su incompetencia, así como, sus faraónicos anuncios llenos de quimeras y utopías.

Por esto, y por mucho más, el domingo 21 de abril marcharé de manera cívica, pacífica y ordenada contra Petro y, en señal de repudio a su desgobierno y a sus reformas que pretenden empoderar criminales, premiar delincuentes, arruinar la economía y socavar el Estado de Derecho.

Nunca antes como ahora, la continuidad de la democracia se había visto tan comprometida; es por esto que todos los colombianos debemos marchar sin distingos sociales, raciales, políticos o ideológicos, y, vestir las fachadas de nuestros hogares con la bandera patria.

@RRJARABA

Publicado: abril 21 de 2024

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*Rafael Rodríguez-Jaraba. Abogado Esp. Mg. Consultor Jurídico. Asesor Corporativo. Litigante. Conjuez. Árbitro Nacional e Internacional. Catedrático Universitario. Miembro de la Academia Colombiana de Jurisprudencia.