Horas antes de que comenzaran las multitudinarias marchas nacionales en contra de su gobierno, Petro difundió desde su cuenta de X un mensaje publicado por el brutal agresor de mujeres, el caricaturista caído en desgracia alias Matador, publicación en la que se mostraban las imágenes de unos autobuses y en las que el antisocial se preguntaba “¿Qué pasaría su esas decenas de buses llenos ‘pobres’ de derecha en vez de llevarlos a marchar, los llevaran mejor a la Feria del Libro? Los uribistas ricos prefieren ir a ferias equinas, bovinas y porcinas, pero jamás van a una feria del libro…”.
El mensaje fue escrito, se insiste, por un desquiciado que en estado de embriaguez estuvo a punto de matar a golpes a su esposa.
Y Petro, desesperado por lo que sucedería en las calles de las principales ciudades del país, optó por hacerle eco al mensaje y al brutal mensajero.
El resultado de las marchas es demoledor. Millones de ciudadanos, independientemente del calor o de la lluvia, se volcaron a las calles. Las imágenes son impactantes. El mensaje fue inequívoco: rechazo absoluto a las monstruosidades que está haciendo el régimen. Desprecio a la corrupción y a la vagabundería. Oposición a las reformas y a los intentos de convertir a Colombia en una república bolivariana.
Petro cacarea que el suyo es un gobierno popular y de mayorías. Las pruebas que han surgido demuestran que su estrecha victoria en 2022 fue fruto de una operación ilegal oceánica, en la que mafiosos llenaron de dinero su campaña, por no hablar de los miles de millones de pesos que fueron aportados en “especie” y que el oscuro Ricardo Roa -gerente de la campaña y actual presidente de Ecopetrol- no contabilizó, con lo que vició la elección del actual presidente. Si se aplica con transparencia y objetividad la legislación vigente, Petro y Francia Márquez tendrán que salir del poder. Así de claro y de tajante.
Las calles de las principales ciudades del país se llenaron de manifestantes pacíficos que, con su presencia, expresaron su repudio al régimen. Hay quienes dicen que las marchas no sirven para nada. Si lo que se esperaba es que el gobierno cayera, efectivamente la manifestación no es el camino. Pero como de lo que se trata es de enviar mensajes, no hay duda de que Petro y los suyos fueron notificados.
No puede haber espacio para la candidez y pensar que Petro va a cambiar de rumbo y que va a morigerar su temperamento violento y alevoso. Nada de eso sucederá. Es de esperar que se radicalice, que se atrinchere y que pretenda acelerar los procesos destructivos que está liderando.
En plena marcha, de la que él no hizo parte, el senil Humberto de la Calle demandó del gobierno una apertura para hacer acuerdos y la modificación del gabinete.
Petro no hará nada de eso. Se escabullirá durante algunos días, se entregará a sus vicios y depravaciones y luego reaparecerá para meterle más combustible a la conflagración que él desató. El 1 de mayo será, según él, el dí del desquite cuando espera que haya una marcha mayor que la del domingo, pero a favor suyo.
La corrupta Laura Sarabia, evidentemente atemorizada por la magnitud de la manifestación, dijo que el gobierno debería hacer una reflexión y una autocrítica.
Si aquello es lo que realmente cree, debería empezar por reconocer sus delitos, acudir a la justicia, aceptar su conducta ilegal y proceder a cumplir la pena que le sea impuesta. Esa es la mejor muestra de autocrítica que, por ahora, puede hacer alguien que haga parte del gobierno de Colombia.
Se equivocan quienes, desde el Centro Democrático, reclaman como suya la marcha del pasado domingo. No. Esto no puede caricaturizarse. Es verdad que el uribismo marchó, pero también participaron muchísimos ciudadanos que no están con el expresidente Uribe. Fue una manifestación ciudadana de la que hicieron parte múltiples sectores ciudadanos y políticos.
El repudio a Petro va mucho más allá de la oposición de una colectividad determinada. El asunto es de carácter civil, trascendente y superior a la cuestión partidista.
Petro está contra las cuerdas. El pueblo que él tanto invoca, le está diciendo que no lo respalda y que cuenta las horas para que llegue el 7 de agosto de 2026, día en el que tendrá que salir, a las buenas o a las malas, de la Casa de Nariño.
Publicado: abril 22 de 2024