La destrucción acelerada del Estado

La destrucción acelerada del Estado

Advierte el errático presidente de Colombia que las finanzas públicas están al borde del colapso. El mensaje tiene un propósito puntual: arreciar el descrédito oficialista del sistema de salud pública que Petro tiene en la mira desde que arribó al poder. 

Su odio obsesivo hacia el modelo vigente de salud es alarmante. Cincuenta millones de personas están a punto de quedar sin un servicio que puede ser mejorado, pero que en términos generales garantiza una cobertura y una calidad muy por encima de la media, al hacer la comparación con los países de la región. 

El problema radica en la brutal ideología de quienes ostentan el poder nacional. La vicepresidenta ha llegado al extremo inaudito de asegurar que la salud pública cubana es admirable y envidiable, cuando en ese sufrido país la gente fallece por falta de medicamentos, de atención y de acceso a exámenes para la realización de diagnósticos básicos. 

Petro le apuesta al fallido modelo público que padeció Colombia hasta comienzos de la década de los 90 del siglo pasado.

Hay más de tres décadas de un importante proceso evolutivo. Hoy, propios y extraños, reconocen que la política de seguridad social colombiana es ejemplar y digna de imitar. 

Como siempre sucede con el presidente de Colombia, sus intervenciones van acompañadas de odio y una insoportable carga ideológica. Sin rigor ni sustento técnico. 

La irresponsabilidad es la regla general en los planteamientos del gobernante colombiano que recientemente lanzó una incomprensible teoría sobre las migraciones, mezclando los fenómenos de movilidad humana con el deshielo y la sequía de las fuentes hídricas. 

Si el Estado colombiano está en un proceso acelerado de destrucción, empezando por su situación financiera, la responsabilidad recae única y exclusivamente en el presidente, en sus políticas, en su manifiesta incapacidad administrativa y en la impericia de los ministros y altos funcionarios del Ejecutivo. 

Pareciera que la única preocupación del presidente fuera la de asegurar, a las malas, la elección de una fiscal de bolsillo que se encargue de encubrir los delitos de sus familiares y, paralelamente, de desatar una brutal persecución judicial contra sus opositores y críticos. 

Si a los congresistas les queda un mínimo de dignidad, responsabilidad e independencia, no tienen alternativa distinta a la de hundir el peligroso proyecto de reforma a la salud. Ellos, los parlamentarios, se deben a una ciudadanía que está ad portas de quedar totalmente desamparada y sin una seguridad respecto de la atención en salud. 

@IrreverentesCol

Publicado: febrero 22 de 2024