Petro y el imaginario golpe de Estado

Petro y el imaginario golpe de Estado

Cuántas veces en los últimos veinte años se ha oído a Petro decir que su vida está en riesgo, que sus rivales buscan encarcelarlo, que lo quieren desterrar. En fin, que sus rivales imaginarios hacen hasta lo imposible por pulverizarlo. 

A mediados del siglo pasado, el psicoanalista polaco Gustav Bychowski publicó un libro imprescindible –Dictadores y discípulos- en el que expone casos puntuales de tiranos que han tenido comportamientos similares, como el de culpar a otros de quererles infringir suplicios que ellos aplicaron a sus rivales, detractores o enemigos políticos.

Tirano que se respete, ve el fantasma del derrocamiento en todas las esquinas. Quienes se atrevan a cuestionar al régimen no son tratados como opositores legítimos, sino como conspiradores y golpistas en potencia. 

El politólogo estadounidense de izquierda Gene Sharp incorporó y desarrolló el concepto del ‘golpe blando’ o ‘golpe no tradicional’, acción consistente en emprender movimientos no necesariamente violentas para debilitar y posteriormente derrocar a un gobierno elegido democráticamente. 

Desde el mismo instante de su posesión el 7 de agosto de 2022, Petro ha dicho que la cacareada extrema derecha –algo que no existe en Colombia- ha puesto en marcha un ‘golpe blando’ en contra suya. 

La semana pasada subió la apuesta durante una delirante manifestación en Carmen de Bolívar, donde se vio al presidente de Colombia inequívocamente intoxicado. 

En dicho evento, Petro aseveró que el golpe de Estado era inminente y que el mismo estaba siendo financiado por empresarios españoles y coadyuvado por el partido VOX, formación profundamente respetuosa de la institucionalidad y de los valores democráticos.

El partido dirigido por Santiago Abascal atiende en este preciso momento asuntos de importancia trascendental para el futuro de España. Muy poca atención puede otorgarle a la situación colombiana, y mucho menos a las salidas en falso del presidente de ese país, un individuo al que su adicción a las drogas y al alcohol se le ha salido de las manos.

Así ordene que sus ministros y altos funcionarios se vuelquen a los medios masivos con el mensaje de que él no tiene problemas de consumo, los hechos son suficientemente elocuentes: el gobernante de Colombia, que trabaja a media marcha, es esclavo de las sustancias alucinógenas y de las bebidas alcohólicas. 

Si la imputación mentirosa y calenturienta del tal golpe no proviniera de un individuo que ejerce la jefatura de un Estado, el asunto no tendría trascendencia ni obligaría a ponerle la atención necesaria. Por eso, la falsedad de Petro debe ser enfrentada como corresponde, pues se están involucrando al tercer partido más votado España, que lleva la representación, de acuerdo con los resultados de las elecciones del pasado 23 de julio, de tres millones de ciudadanos. 

Así que Petro tiene dos caminos. El primero: aportar de inmediato las evidencias que sustenten su afirmación, decir sin remilgos ni dobleces los nombres de todas las personas, colombianas y españolas, que participan en el tal complot, incluidos los empresarios que según él se encargan de la financiación del mismo. Como no podrá hacerlo porque la conjura solo existe en su atormentada imaginación, procede el segundo camino: una retractación inmediata, la cual, por su propio bien y por el los cincuenta millones de colombianos que tienen que padecer su gobierno, debería ir acompañada del anuncio de que ingresará a un tratamiento de desintoxicación y manejo de su adicción.

@IrreverentesCol

Publicado: septiembre 3 de 2023