Armando Benedetti es la personificación del criminal nato analizado por el famoso Cesare Lombroso. Su fisonomía y su psicología no dejan duda de su condición delincuencial.
Su nombre ha estado involucrado en los peores casos de corrupción: Odebrecht, el saqueo al fondo del magisterio de Córdoba, investigación en la que el principal testigo fue estrangulado, chuzadas ilegales al exfiscal general Néstor Humberto Martínez, parapolítica y enriquecimiento ilícito.
Benedetti, más que carrera política, ha desarrollado una carrera delincuencial. Se valió de su credencial como congresista para amasar una fabulosa fortuna. Fue uribista, luego santista, intentó convertirse en duquista -enhorabuena el presidente Duque no permitió que ese individuo se acercara a su gobierno- y terminó en el petrismo.
Y no se trató de un apoyo más al actual presidente de Colombia. Fue una ficha fundamental de la campaña. Era el operador político por excelencia, el encargado de buscar apoyos, de sellar alianzas y, como él mismo dice, recaudar dinero.
Benedetti no recibió $15 mil millones de pesos. No. Él los buscó y los consiguió, ergo fue el planificador y ejecutor del delito.
Cuando se le inquirió por el origen de esos fondos, respondió que quienes los entregaron “no eran emprendedores”, afirmación que delata la naturaleza ilegal de los recursos en cuestión. Se habla mucho de Venezuela, del clan liderado por el oscuro Euclides Torres -viejo aliado de Benedetti- y de poderosos narcotraficantes.
Si Benedetti sigue hablando, las dificultades de Petro seguirán creciendo. Esa es la razón por la que todo el aparato oficialista se volcó contra él. Lo único que no podrán decir es que se trata de un entrampamiento, pues muchos de los que hoy escupen descalificaciones en contra del exembajador en Venezuela, llegaron al petrismo después que él o, lo que es peor, algunos están ahí porque Benedetti se encargó de acercarlos al hoy presidente de la República.
Cuando el tesorero de la campaña de Ernesto Samper, Santiago Medina fue capturado, el régimen se puso en marcha para silenciarlo. En su libro, Medina narró lo que sucedió a los pocos minutos de su apresamiento: “Sin mayor tacto, [el entonces director del DAS Ramiro] Bejarano me advirtió que el tratamiento del que fuera objeto y mi integridad personal dependían de la forma como yo manejara la situación a partir de ese momento… Le manifesté lo mismo que le había dicho a Serpa la noche anterior: ‘Dígale al presidente [Ernesto Samper] que mi lealtad llega hasta el momento en que pise la primera grada de la fiscalía’”.
Sobre las similitudes del caso de Petro con el proceso 8.00 puede leer De los ‘narcocassettes’ a los ‘narcowhatsapps’.
De Benedetti se ha tenido noticia por los trinos que ha publicado y que delatan unos bandazos en extremo sospechosos. Minutos después de que el canciller Álvaro Leyva despreciara sus afirmaciones al decir que son palabras de un simple drogadicto, Benedetti ripostó alegando que pretendían descalificarlo por lo que él pudiera decir en el futuro. A los pocos minutos, borró el tweet.
En la noche, volvió a trinar cambiando totalmente su actitud: “He sido parte fundamental del actual proyecto político del presidente Petro. Sin embargo, no satisfecho con lo que me correspondió políticamente, en un acto de debilidad y tristeza me dejé llevar por la rabia y el trago”.
Es evidente que a Benedetti lo están apercollando. Ya sea a través de ofrecimientos de dinero -que es la gran debilidad de ese oscuro sujeto- o con amenazas judiciales pretenden que no siga hablando.
Santiago Medina también fue presionado de todas las formas posibles, pero no permitió que las amenazas lo amilanaran.
El día en que fue asesinado, el dirigente Álvaro Gómez Hurtado publicó un editorial en El Nuevo Siglo en el que se refirió a las presiones contra Medina valiéndose del verbo apercollar para exponer de manera gráfica lo que estaba sucediéndole al principal testigo contra el narcopresidente Ernesto Samper.
Publicado: junio 7 de 2023
Sin dudas, la Mafia gubernamental está acelerando antes de que se descubran todas sus trampas y delitos.
Ellos no van a escatimar esfuerzos para borrar sus crímenes, empezando por los asesinatos de los testigos. Grave muy grave.