Colombia está pasando por la más grave crisis de estabilidad democrática desde cuando el usurpador Rojas Pinilla derrocó al gobierno legitimo de Laureano Gómez.
El brutal discurso de Petro el 1 de mayo es la notificación pública de la interrupción de la libertad en el país. El mandatario colombiano no estaba divagando ni filosofando: estaba notificando lo que viene en adelante.
Sus anuncios se traducirán en violencia en el campo -en virtud del llamado para que los campesinos se “levanten”-, caos en las ciudades, parálisis en las industrias, depresión en la economía, cierre acelerado de negocios. Y esa era la apuesta de Petro como candidato. Por ese modelo de país votó la mayoría ciudadana.
Petro es el resultado de la irresponsabilidad con la que la clase política tradicional manejó a Colombia durante décadas. Las peleas estúpidas por asuntos menores entre los mal llamados dirigentes, abonó el terreno para que el exterrorista del M-19 llegará al poder.
Hay que reconocer que la magnitud de los desmanes del actual gobierno ha logrado lo que parecería imposible: personas con temperamentos tan difíciles y con vanidades tan marcadas como los expresidentes Gaviria, Pastrana, Santos y Uribe están de acuerdo en aspectos puntuales.
Es el caso de la peligrosa reforma a la salud. Con excepción del narcopresidente Ernesto Samper, todos los exmandatarios nacionales están de acuerdo en la inconveniencia de ese proyecto que acabará con el modelo de salud que cubre a la casi totalidad de la población, para volver al modelo corrupto, ineficiente y retardatario del ‘seguro social’ que en el mejor de los casos alcanzó una cobertura del 27%.
Este no es momento para las vanidades. Se trata de evitar un colapso de las libertades y de la posibilidad de recuperar algún día la democracia perdida. Si quienes están llamados a ejercer la oposición unifican sus esfuerzos y propósitos, a Petro no le quedará tan fácil implementar su nociva agenda.
El planteamiento es iluso pues los políticos no ceden sus ambiciones, ni renuncian a su sed de poder e influencia fácilmente. Pero si no trabajan mancomunadamente, todos perderán. No viene al caso citar el ejemplo venezolano, porque en ese país la democracia y las instituciones jamás se parecieron a las que alcanzó a tener Colombia.
Pero con una oposición dividida, con facciones tratando de defender su porción de poder, Petro dará el golpe de mano sin mayores dificultades.
Publicado: mayo 3 de 2023