No es común que un presidente llame a sus seguidores para que salgan a respaldar sus propuestas de gobierno. Cuando una persona es elegida, cuenta con un mandato claro para hacer lo necesario en aras de implementar el programa de gobierno por el que votó la mayoría ciudadana.
Petro sabe que los proyectos de reforma a la salud, laboral y a la justicia que presentará tendrán muchísimas dificultades en el Congreso, pues la inconveniencia de los mismos ha hecho que destacados miembros de su coalición alcen su voz para expresar serias dudas.
La reforma a la salud, un proyecto que tiene 180 páginas debe ser leído con detenimiento. Muchas de las medidas hasta ahora analizadas permiten concluir que el sistema de salud que lleva más de 30 años implementándose en el país será desmantelado.
Personas calificadas, como el excandidato a la vicepresidencia, el médico Rodrigo Lara Sánchez, han asegurado que el país sufrirá un costosísimo retroceso en los servicios de salud.
Uno de los aspectos que más destaca Lara tiene relación con la cobertura del 100% que se ha logrado alcanzar en estas tres décadas. No obstante, advierte que en el proyecto petrista, “hay un error craso, un retroceso que nos va a costar muchísimo a los colombianos y es dejar en manos del Estado el ciento por ciento de los recursos de la salud. Y en manos del Estado, me refiero en manos de los alcaldes, en manos de los gobernadores, en manos de las personas que tienen el poder político con la capacidad de comprar a los representantes ante estos consejos, a los representantes que finalmente podrán tomar las decisiones, que podrán elegir y poner en unos puestos de bolsillo a esas personas que van a contratar los medicamentos, que van a decidir cuándo se va a pagar… Dejar la totalidad de los recursos de la salud en manos de los políticos es un gran error”.
Petro sabe lo que está haciendo. Los billonarios recursos de la salud quedarán en sus manos y en las manos de sus amigos. Con ese dinero, tendrá el músculo para afianzar su grupo ideológico en todos los rincones de Colombia.
Desde el balcón de la Casa de Nariño, un Petro deshilvanado, con la voz enredada, lanzó toda suerte de arengas y amenazas ante un reducido grupo de ciudadanos que fueron llevados hasta ese lugar y al que, según denuncias periodísticas, fueron remuneradas.
El presidente de Colombia, básicamente, dejó planteado el desafío: “Lo que sí debo advertir es que si, por alguna circunstancia las reformas se entrabar en Colombia, lo único que están haciendo es construir, no los caminos de un pacto social, no los caminos de la paz. Acá se está probando una fase de la historia de Colombia. En medio de tanta violencia, acá hemos hecho un paréntesis que el pueblo colombiano quiso hacer en las urnas. Aquí lo que se está proponiendo es un pacto no sobre la base de que el pueblo se arrodilla, para que nadie cambie, para que nada cambie”.
Gravísimo que un presidente desafíe de esa manera al poder Legislativo. En la democracia, los equilibrios son fundamentales. El gobierno tiene la facultad de presentar proyectos y defenderlos ante el Congreso, pero son los legisladores los únicos llamados a aprobar, negar o modificar los textos puestos a consideración de ellos.
Petro, con sus apariciones colmadas de demagogia, incitando a eso que el llama “pueblo” para presionar indebidamente al congreso, está poniendo en grave riesgo la frágil democracia de Colombia.
La de esta semana es la primera, pero no será la última vez que Petro, embriagado haga llevar gente a la plaza de armas de la casa de los presidentes para escupir amenazas y advertencias contra personas e instituciones que no se rindan ante su retorcida voluntad.
Publicado: febrero 16 de 2023