Sobrecoge, que luego de más de 8 años de haber estado en campaña para llegar a la presidencia, Petro no tenga un programa claro y definido de gobierno, lo que demuestra, que fue elegido por su retórica populista y su regadera de promesas, mentiras y falacias, y no, por su preparación y capacidad de gestión.
Para probar lo anterior, tan solo basta recordar que durante su campaña, Petro aseveró mentirosamente, haber hecho parte de la Asamblea Nacional Constituyente que redactó la Constitución del 91; igual mintió, sobre su lugar de nacimiento, sobre sus títulos universitarios, sobre el funcionamiento y manejo de los fondos de pensiones, sobre la emisión de dinero en otros países, así como en diversos asuntos, incluida la construcción de un tren eléctrico elevado para conectar Barranquilla con Buenaventura.
Al parecer, esas falacias y mentiras de Petro ya se le perdonaron y quedaron en el olvido, pero lo que preocupa ahora, es la sostenibilidad de sus obtusas propuestas, y más que eso, sus permanentes improvisaciones, bandazos, contradicciones y retractaciones.
Ahora, Petro anuncia, una reforma al sistema de salud, que su propio y ondulante ministro de Educación y ex ministro de Salud, Alejandro Gaviria califica de “suicidio”, al igual que lo hace su desvergonzado esbirro, Roy Barreras, quien discrepa de la actual ministra de Salud quien aseveró, que los médicos son los culpables de los males que aquejan al sistema de salud.
Lo que pretende Petro por medio de su confundida y altanera ministra Corcho, es un acto de inexcusable irresponsabilidad y un paso al vacío que aumentaría la corrupción, destruiría el sistema de salud y afectaría a todos los colombianos, en especial, a los más pobres y vulnerables.
No se entiende, cómo se puede intentar aniquilar un sistema, calificado dentro de los 20 más eficientes del mundo y, que en la actualidad permite, que los ciudadanos en promedio, tan solo paguen el 16% de los costos, cuando en el pasado sufragaban el 55% de ellos.
Tampoco se entiende, cómo se puede acabar un sistema de salud progresivo y solidario, en el que los empleadores pagan el 8.5% de los costos de salud de los trabajadores que devengan más de 10 salarios mínimos mensuales, y los trabajadores tan solo el 4%, y, en el que los informales, tan solo ocasionalmente pagan exiguas sumas por la atención que reciben.
Tampoco se puede entender, cómo se puede abolir un sistema de salud igualitario, en el que, sin considerar el ingreso económico de los usuarios, todos tienen derecho a la misma cobertura de servicio.
Menos se puede entender, que, a pesar de algunos reparos al sistema, los mismos usuarios y la nación en general, abogue por su mantenimiento, e inclusive, que la mayoría de la población manifieste plena conformidad y satisfacción con el servicio que recibe.
Pero aún más difícil resulta entender, que Petro pretenda que un servicio tan sensible como es el de salud, lo pase a manejar, organismos estatales regionales, con lo que se aumentaría, la burocracia, el desgreño y la corrupción, propias de la administración pública y, se estimularía la voracidad insaciable de los políticos en las regiones.
Pero lo que más preocupa, es que la reforma a la salud que plantea Petro, acabe la calidad del servicio, burocratice su funcionamiento y aumente de manera incontrolada sus costos, haciéndolo absolutamente ruinoso e insostenible.
Y, lo peor de todo, es que Petro propone una reforma sin disponer de un estudio serio y confiable que permita conocer un diagnóstico sobre la salud del sistema.
El empirismo porfiado, aventurado y temerario de Petro, es insuperable, y son muchos los daños y perjuicios que le sigue infligiendo a Colombia, algunos de ellos irreparables, o al menos, que demandarán muchos años resarcirlos.
Petro destruye o arruina lo que funciona, y solo siembra desconfianza, zozobra e incertidumbre. No en vano la sociedad civil cada día levanta más su voz de protesta y empieza a manifestar su rechazo, repudio y condena ante tantos despropósitos y desvaríos.
Qué no se olvide, lo que el esclarecido escritor Hector Abad Facio-Lince rememoró sobre los hábitos de Petro:
“Recuerdo cuando mi amigo Carlos Gaviria me contaba, con ira, de cómo Petro cambiaba las actas del Polo, por la noche, para poner lo que no se había resuelto. Un tramposo”
Es tiempo de unirnos en defensa de nuestra imperfecta democracia y en señal de repudio al inepto y descuadernado gobierno que padecemos.
Petro, con la salud no se juega y a los médicos se les respeta.
Publicado: febrero 6 de 2023
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*Rafael Rodríguez-Jaraba. Abogado Esp. Mg. Consultor Jurídico. Asesor Corporativo. Litigante. Conjuez. Árbitro Nacional e Internacional. Catedrático Universitario. Miembro de la Academia Colombiana de Jurisprudencia.
De acuerdo,por eso debemos salir a manifestarnos contra esta y las demas reformas propuestas por el populismo ,que lo que persiguen es convertir nuestro pais,en otra Venezuela.