Un problema silencioso

Un problema silencioso

El embarazo adolescente se disparó en Colombia. Los últimos dos años han sido críticos en esta materia y el retroceso es evidente. Entre los rezagos de las cuarentenas y los problemas estructurales que marcan las familias se está generando una dinámica que tiene durísimas consecuencias para las niñas y jóvenes que, sin terminar de crecer, ya se hacen cargo de una nueva vida.

Y es que las cifras hablan por sí solas. El 18.2% de todos los nacimientos ocurridos en 2021 involucraron jóvenes de 10 a 19 años, es decir 111.425 casos, de los cuales 4.732 correspondieron a niñas de 10 a 14 años.

Una realidad alarmante que denota la grave vulnerabilidad a la que se encuentran expuestas las menores en entornos familiares que terminan siendo el principal escenario de abusos y violencias que derivan en estos embarazos.

Lo peor de todo, es que si bien se presentan variaciones año tras año, los números siguen siendo exageradamente altos. Por ejemplo, datos preliminares del 2022 indican que nacieron 3.500 bebes producto de abuso a menores entre 10 y 14 años. Y cuando se analiza el contexto general de los partos adolescentes, se evidencian tendencias que aumentan aún más las brechas sociales y económicas de nuestra sociedad, a tal punto que mientras en las ciudades los natalicios han disminuido un 6.5%, en las zonas rurales se han incrementado en 11.9%.

La maternidad es algo espectacular, sí, pero debe ocurrir en su debido momento. No es lo mismo atender las necesidades de un bebé después de los 25 o 30 años que a los 15. Las niñas deben ser eso, niñas, tienen que tener la posibilidad de disfrutar a plenitud de su juventud y no adelantar en el tiempo los procesos, dado que su plan de vida cambia por completo.

Y para lograrlo es vital la intervención del Estado. Un gran caso de éxito es lo ocurrido en Bogotá durante la segunda administración Peñalosa, donde se logró disminuir los casos de embarazo adolescente en un 30%. Así mismo, la edad promedio para tener un hijo pasó de 22 a 24 años y las consultas anticoncepción de jóvenes entre 14 y 24 años pasaron del 42% al 84%.

Qué bueno sería, por el bien de la niñez colombiana, que el Gobierno Nacional replicara la estrategia que tan buenos frutos dio entre 2016 y 2019 en la capital. Sin egos ni luchas políticas, sino aplicando lo que ha funcionado.

De lo contrario, de no actuar a tiempo y no reducir drásticamente estas alarmantes cifras, las niñas seguirán expuestas a una dinámica que altera su futuro. La lucha contra el embarazo adolescente tiene que convertirse en una prioridad del Estado en materia social, fortaleciendo la prevención, la educación y protegiendo a las menores de ciclos de violencia intrafamiliar de las cuales terminan siendo presas.

@Tatacabello

Publicado: enero 9 de 2023