Semana negra para la extrema izquierda latinoamericana. A la sentencia condenatoria a la corrupta expresidenta y actual vicepresidenta de Argentina Cristina Fernández, se sumó la vacancia decretada contra Pedro Castillo luego de su brutal intentona golpista.
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En cuestión de minutos, la institucionalidad peruana se activó para defender la democracia de ese país. El congreso hizo lo que le ordena la Constitución, y la rama judicial, también amenazada por la declaratoria de Castillo, actuó en consecuencia ordenando la detención inmediata e imputándole a Castillo Terrones los cargos por los que seguramente pasará una larga temporada tras las rejas.
Para que la vacancia de Castillo prosperara, se requería del voto favorable de por lo menos 87 congresistas. 101 votaron por el sí; 6 en contra y hubo 10 abstenciones, entre ellas la de Guido Bellido quien fue el primer presidente del consejo de ministros de Pedro Castillo, cargo que ocupó durante poco más de 60 días.
Gustavo Petro, que fue un entusiasta promotor de Pedro Castillo debe tomar atenta nota de las consecuencias que traen consigo las actuaciones despóticas de su admirado aliado político.
En julio del año pasado, cuando Castillo estaba a punto de ganar las elecciones, Petro escribió: “Ha aumentado la ventaja de Pedro Castillo sobre Fujimori que puede llegar a 50.000 votos. Es virtualmente el presidente del Perú. Ojalá Castillo pueda lograr una unidad nacional alrededor de las reformas en salud, educación y pensiones que Perú necesita. Muere una dictadura más”.