Existe la creencia del que presidente que inaugura una obra es el que se queda con los créditos de la misma sin importar quién la planeó, quién la hizo financieramente viable y quién la comenzó. El que corta la cinta recibe los aplausos.
Y eso mismo está haciendo Petro con el retiro de la visa que exigía el Reino Unido para los turistas colombianos.
Durante muchos años los portadores del pasaporte criollo estuvieron exentos de dicho visado, el cual empezó a ser exigido como consecuencia del tráfico de estupefacientes, la prostitución y la criminalidad de colombianos en territorio británico. Aquello ocurrió a comienzos de este siglo.
La celebración que hace la izquierda no deja de tener su trasfondo dramático. Lo obvio es que los colombianos pudieran viajar al grueso de los países sin necesidad de tramitar previamente un visado. Pero las circunstancias del país, sumadas a la pésima conducta de unos pocos compatriotas obligan a que los Estados “se cuiden” e impongan el requisito como filtro previo con el que le apuntan a evitar dolores de cabeza.
El cuestionado embajador petrista en los Estados Unidos ha dicho que impulsará dos medidas que desde ya es fácil advertir que serán un fracaso: la implantación de un TPS y la eliminación de visa B1-B2 -turismo y negocios- para los colombianos.
El TPS es una figura contemplada en la legislación migratoria estadounidense con la que se busca que los ciudadanos de determinados países puedan permanecer en Norteamérica mientras regularizan su situación. Los TPS se aprueban muy esporádicamente y a nacionalidades con características específicas. Es evidente que Colombia no se ajusta a las exigencias mínimas para el otorgamiento de dicho estatus.
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Durante los años más duros del terrorismo y el narcotráfico, los colombianos empezaron a sufrir restricciones migratorias en múltiples países. Los Estados miembros del acuerdo Schengen impusieron la visa, como también lo hizo el Reino Unido y Suiza. Todo a comienzos de esta centuria.
El trámite de una visa es incómodo, oneroso y muchas veces largo. Eso desestimula, por supuesto, el turismo que es uno de los renglones más importantes de muchas naciones europeas. Por eso, poco a poco han ido suavizándose las restricciones migratorias apostándole al establecimiento de controles más severos en los puertos de entrada donde realmente se impone una gran talanquera para viajeros que despierten sospechas.
Hay que reconocer que en el gobierno de Santos se logró la eliminación de la visa en los países Schengen -acuerdo al que no pertenece el Reino Unido- y se dieron los primeros pasos para la eliminación de dicho documento ante el Foreign Office de Londres.
De acuerdo con un alto funcionario de la cancillería colombiana que habló con este portal, en el gobierno de Iván Duque se trabajó con constancia para lograr que los británicos dieran el paso para facilitar el ingreso de turistas colombianos. Como han dicho muchas personas, la visa británica, además de costosa, tomaba mucho tiempo en su trámite y aprobación.
Según la fuente diplomática consultada, “durante el gobierno de Iván Duque se enviaron varias peticiones para que se eliminara la visa. Y en todas las reuniones como presidente de la República él insistió en esa eliminación, incluyendo la última visita que hizo a Londres pocos días antes de terminar su gobierno”.
Para ponerlo en términos didácticos, Santos sembró la semilla, Duque la cuidó y la hizo germinar, y Petro escasamente está cosechando el fruto de la misma.
Habilidosamente, ha mostrado la decisión del gobierno de Su Majestad como un logro de su naciente gobierno que, por cierto, ni siquiera se ha tomado la molestia de designar al nuevo embajador, pues al frente de la misión diplomática colombiana aún está la persona que fue nombrada por el ahora expresidente Iván Duque Márquez.
Al decir popular, Petro está ganando indulgencias con Avemarías ajenas. Así es la política.
Publicado: octubre 19 de 2022
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