Se conmemora un aniversario más de la toma violenta del palacio de justicia, por parte de la banda terrorista, M-19, acción demencial que la guerrilla de Petro y Navarro llevó a cabo por instrucciones de Pablo Escobar.
El mismo día en que los magistrados de la corte discutían la constitucionalidad de la ley que incorporó el tratado de extradición con los Estados Unidos, la estructura delincuencial de la que Gustavo Petro hizo parte, entró a sangre y fuego con el propósito de desaparecer expedientes y asesinar magistrados.
Murieron 41 personas, entre ellos 11 magistrados y 13 miembros de la Fuerza Pública que ofrendaron sus vidas para evitar que el Estado de Derecho sucumbiera ante el desafío de los terroristas del M-19.
Ni un día de cárcel han pagado los cabecillas de ese grupo terrorista, mientras que militares heroicos han sido infamemente condenados, como es el caso del general Jesús Armando Arias Cabrales, a quien la justicia politizada -de izquierda-, le acaba de ratificar una sentencia de 35 años de prisión.
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El sentido común indica que el oficial en vez de estar condenado a terminar su existencia en una prisión militar, debería ser merecedor de todos los honores y reconocimientos. Está demostrado que el M-19 tenía el propósito de tomar el palacio de justicia para obligar a que el presidente de la época, Belisario Betancur, se hiciera presente en ese recinto para efectos de adelantar en su contra un “juicio revolucionario” y proceder a su fusilamiento.
Los facinerosos iban por la cabeza del Estado colombiano y no lograron salirse con la suya, gracias a la intervención decidida del Ejército y la Policía.
La impunidad engendra nuevas manifestaciones de violencia e incita a que los delincuentes continúen pasándose por la faja a las leyes de la República. Petro es un ejemplo de ello. Ese bandido nunca pagó por los secuestros ni asesinatos en los que participó.
Se cree inmune a la acción de la justicia y es por ello que se burla del país, recibiendo bolsas cargadas con billetes, dando explicaciones ridículas y alevosamente haciéndole el quite a los cuestionamientos de la opinión pública, porque sabe que aquel operador judicial que se atreva a cuestionarlo, terminará muy mal. Los terroristas jamás dejan de serlo.
La historia es una y solo una: los responsables exclusivos de la tragedia ocurrida en el palacio de justicia son los integrantes del M-19. Quienes fungieron como comandantes de ese grupo delincuencial, que hoy posan de faros morales de la República, algún día tendrán que responder por esa y otras atrocidades cometidas por ellos.
Publicado: noviembre 7 de 2019
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