El país ya perdió la cuenta de las veces que, por orden judicial, la agresiva calumniadora, Claudia Nayibe López ha tenido que retractarse y reconocer públicamente que sus señalamientos mentirosos menoscaban el honor, el buen nombre y la dignidad de quienes se ven afectados por su incontinencia verbal.
Para quienes no lo recuerdan, han sido 13 los fallos que la han forzado a retractarse.
Sus víctimas son personas destacadas del uribismo, empezando por el propio expresidente Álvaro Uribe quien reiteradamente es objeto de las ofensas y humillaciones de esa desbordada mujer que, movida por el odio, ha proferido toda suerte de improperios en contra del exmandatario de los colombianos.
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La ponderación, el sano juicio y la serenidad son tres elementos que deben hacer parte del ADN de cualquier político. Claudia Nayibe, como es evidente, carece de aquellas características. Conocida en los pasillos del Capitolio como “la gritona”, durante los malhadados 4 años en los que fungió como parlamentaria, aquellos que no estuvieran de acuerdo con sus ideas e inclinaciones sexuales, inmediatamente eran tachados e insultados con los más asquerosos adjetivos.
En las elecciones del año pasado, no se presentó a la reelección como senadora pensando en la alcaldía de Bogotá. Triste que una ciudad como la capital colombiana, que requiere ser gobernada por un gran administrador y no por una miserable calumniadora terminara en manos de Claudia Nayibe quien, dados sus antecedentes mezquinos, se valdrá del cargo para perseguir al uribismo, tal y como ha venido haciendo.
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Una de las víctimas de Nayibe López es el abogado uribista, Abelardo De La Espriella quien ha sido calumniado por esa señora. De La Espriella, ni corto ni perezoso procedió como corresponde, formulando una acción de tutela en contra de la señora López. Al confirmar que los improperios no tenían fundamento ninguno, el juez de tutela le ordenó a Nayibe -hace varios meses- publicar una retractación.
La tutelada, que se presenta como una supuesta abanderada de la lucha contra la corrupción y como una defensora acérrima del Estado de Derecho, le sacó el cuerpo a la orden del juez, razón por la que el abogado De La Espriella se vio obligado a presentar un incidente de desacato, el cual prosperó, ordenándosele -a Nayibe- proceder con la retractación.
Ella, de forma tramposa y maniobrera, resolvió hacer la retractación para evitar un arresto de 48 horas por desacato a una orden judicial.
A través de su cuenta de Twitter, a la 1.38 de la madrugada del pasado 31 de enero, cumplió a rajatabla lo ordenado por la justicia colombiana. La López creyó que al hacer la retractación a esa hora de la madrugada nadie se entraría y que el asunto, al decir popular, pasaría de agache.
Ni lo uno, ni lo otro: por decimotercera vez esa mujer ha tenido que retractarse de sus afirmaciones mentirosas, pero esta es, sin duda, la gota que ha rebasado la copa. Hasta sus electores empiezan a registrar con preocupación que su “líder” realmente tiene problemas de comportamiento social y un evidente desequilibrio que se ve reflejado en su incapacidad de distinguir entre la imaginación y la realidad.
Pero este asunto no quedará al nivel de un trino, pues LOS IRREVERENTES pudieron confirmar que en los próximos días el abogado Abelardo De La Espriella presentará una demanda civil contra Claudia Nayibe López por los daños y perjuicios que le causaron los improperios que ella lanzó en su contra. Una demanda de ese tipo, puede superar sobradamente los $1000 millones de pesos.
De boca de Nayibe emana lo primero que se le ocurre. Al ministro de Defensa, que es un funcionario ejemplar y supremamente capaz, hace algunas semanas lo acusó de ser un alcohólico. Señalamientos semejantes hacía Hugo Chávez: cuando alguien lo cuestionaba, el desabrochado dictador venezolano lo incluía en la lista de los seguidores del dios Baco.
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Sanción social
Claudia López, esa misma que como “analista” política manipuló alevosamente a la justicia durante la época de la denominada parapolítica, induciendo a los investigadores judiciales a tomar decisiones muchas veces injustas y elaborando teorías nimias como esa de las “votaciones atípicas” para concluir que aquel político que aumentara su caudal de electores entonces era culpable de hacer pactos con grupos armados ilegales, ha construido una imagen pública fundamentada en insultos, improperios y agresiones verbales -y morales- contra quienes defienden una línea de pensamiento contraria a la izquierda y a la nefanda ideología de género, corrientes en las que ella es una fervorosa militante. Ay de aquel que se atreva a oponerse al matrimonio de personas del mismo sexo. Automáticamente se convierte en objetivo de la lengua viperina de la desbordada Claudia Nayibe López, quien no acepta que en el mundo haya personas distintas a ella.
En tiempos de campaña, los bogotanos tienen que reflexionar muy bien sobre el perfil de persona a la que se le entregará las riendas de la ciudad. La capital no puede volver a los tiempos espantosos de Gustavo Petro, un sujeto que -como Nayibe- pasó buena parte de su tiempo insultando y persiguiendo a sus opositores.
Nadie puede dudarlo: entre Claudia López y Gustavo Petro, además de la identidad ideológica, hay un matrimonio político que se selló en las presidenciales cuando ella adhirió al candidato chavista para la segunda vuelta.
Publicado: febrero 3 de 2019
4.5