Embajadas de Colombia en Europa están ocupadas por amigos y compinches de Santos que persiguen con sevicia a la oposición.
Servicio diplomático santista
Santos se sirvió de la diplomacia para enviar a las mejores embajadas no a profesionales con trayectoria, sino a sus amigos, compinches y, en algunos casos, a parientes.
Durante muchos años, tuvo a su primera esposa, Silvia Amaya, viviendo en Italia gozando de un importante cargo diplomático.
Por cuenta del erario, la exesposa del presidente vivió como una reina en Roma, hasta que se aburrió y decidió abandonar el cómodo cargo que ostentaba.
Embajadores amigos
Es cierto que el servicio diplomático colombiano carece de una carrera sólida y que los mejores cargos son reservados para el pago de favores políticos. Pero no menos lo es que en el gobierno de Santos, las embajadas europeas se convirtieron en una extensión se los clubes y salones sociales que el presidente frecuenta en Bogotá.
Sus mejores amigos han sido designados en las delegaciones de Berlín, Roma, Madrid, Bruselas, Londres y Moscú.
Juan Mesa Zuleta: amigo y cómplice
Si alguien conoce los secretos de Juan Manuel Santos, es Juan Mesa Zuleta, quien desde hace muchos años ha sido compinche suyo en las peores fechorías, como el vulgar saqueo a Fondelibertad, mientras Santos fungió como ministro de Defensa. (Sobre el robo en Fondelibertad, lo invitamos a leer El Tejemaneje del 15 de mayo).
Mesa, después de haber articulado a través de la denominada Fundación Buen Gobierno la reelección de Santos –sin que se conozcan las cuentas ni los donantes de esa corporación-, fue favorecido con el nombramiento como embajador en Italia.
El caso de Francia
Uno de los casos más indignantes es el Francia, país en el que fue nombrado como embajador el señor Federico Rengifo, exministro de Minas y entrañable amigo de Santos.
Rengifo, quien sostiene una relación con Catalina Crane, tan pronto fue nombrado en esa embajada, hizo que Crane fuera nombrada como embajadora anta la Unesco, cuya sede es en París.
Durante un buen tipo, la pareja Rengifo-Crane recibió un doble salario como embajadores, en un evidente caso de nepotismo que nadie quiso investigar.
Embajador y perseguidor
Alberto Furmanski no tiene el menor conocimiento de la diplomacia. Su gran mérito, por supuesto, es ser uno de los más cercanos amigos de Juan Manuel Santos y de la primera dama, la señora Rodríguez.
La esposa del embajador, la exdirectora de artesanías de Colombia, tiene una función que resulta fundamental para la historia de nuestro país: comprar las carteras que luce doña tutina.
Mientras aquello sucede, el embajador se dedica a perseguir por toda España al presidente Uribe cada vez que él va a ese país a atender invitaciones académicas.
Resulta inaceptable que Furmanski, que representa al Estado colombiano, aborde a los anfitriones de Uribe para efectos de tratar de convencerlos para que cancelen las invitaciones.
Empleados de Santos
Los embajadores de Colombia parecen empleados de Santos y no representantes de un país. Hace poco, nos sorprendimos por cuenta de la participación abusiva del representante en Londres, el excuñado de Santos, Néstor Osorio en un foro en Atenas, al que compareció para mentir y engañar a los participantes del mismo, difundiendo cifras y resultados del gobierno que sólo existen en la “enmermelada” imaginación del flamante diplomático. (Al respecto, lo invitamos a leer “Diplomacia santista”).
Ahora, vemos al embajador Furmanski, buscando desesperadamente que se le cierren las puertas al presidente Uribe. Eso mismo hacen los diplomáticos cubanos y los representantes de Corea del Norte: callar las voces opositoras, para efectos de que los distintos gobiernos no conozcan la realidad de lo que sucede en esos países.
Publicado: junio 21 de 2017