Santos, apoyado por sus medios comunicación aliados, busca convertir a Roberto Prieto en un chivo para expiar todos sus delitos.
Se lee en el libro del Levítico la historia de la expiación. Aarón, hermano de Moisés, recibiría de los hijos de Israel dos machos cabríos para el sacrificio por el pecado. Uno de ellos debía ser inmolado y al otro debía imponérsele las manos sobre su testa. Así, el cordero deambularía por el desierto con los pecados, faltas y delitos de los hijos de Israel a cuestas.
Descubierto el escándalo de Odebrecht que pone en serias dudas la legitimidad del origen del gobierno de Santos, dado que no hay espacio para las dudas respecto de las ilegalidades cometidas en la financiación, tanto de la elección en 2010 como en la reelección de 2014, se empieza a registrar una estrategia que pretende descargar toda la responsabilidad en Roberto Prieto y posiblemente en Luis Fernando Andrade, director de la agencia nacional de infraestructura –ANI-, evitando así que el verdadero responsable, Juan Manuel Santos, resulte salpicado.
No se trata, ni mucho menos, de justificar o defender al gerente de la campaña santista, quien claramente violó de forma flagrante la ley electoral y seguramente el código penal. Prieto, desde los tiempos de Samper, se había convertido en un experto en violentar las normas legales respecto de la financiación de las campañas políticas (Al respecto, puede leer “El modus operandi de Prieto”).
Pero él no puede convertirse en el depositario de toda la culpa. Si transgredió la ley, si pidió apoyo económico a Odebrecht para las campañas de 2010 y 2014, lo hizo con el propósito exclusivo de llevar a Santos a la presidencia. Y en ese punto, Santos no puede seguir siendo sinuoso ni evasivo. No se trata de un aporte menor. Lo que había entre su campaña y Odebrecht era una alianza del más alto nivel.
Santos no solo le regaló a esa empresa $900 mil millones de pesos para que hiciera la carretera entre Ocaña y Gamarra, sino que también puso a todo el gabinete en función de aquel propósito. No puede olvidarse que, después de la reelección –para la que Odebrecht habría entregado $2 millones de dólares- el consejo de ministros aprobó el 2 de octubre de 2014 el documento Conpes 3817 que exaltaba la importancia estratégica de la construcción de dicha carretera.
En la elaboración, discusión y aprobación de aquel Conpes, participaron de manera muy activa las hoy exministras Gina Parody y Cecilia Álvarez quienes estaban abiertamente incursas en un conflicto de intereses por cuanto los grandes beneficiarios de la carretera serían el padre y los hermanos de la doctora Parody, socios de un puerto en el municipio de Gamarra. (Sobre esta historia, le recomendamos leer “El dúo dinámico”).
Las responsabilidades penales y políticas no pueden recaer únicamente en Prieto, un personaje gris que se mueve tras bambalinas, motivado exclusivamente por su sed de ganar contratos para su empresa Marketmedios, al precio que sea.
En este debate, no se puede perder la perspectiva. Que sobre Prieto se pose todo el peso de la ley, pero que éste también caiga sobre los demás responsables. Santos no puede pasar de agache ni puede usar su vieja táctica de traicionar a los suyos, descargando la responsabilidad sobre su otrora mejor amigo, enviándolo, como el macho cabrío del Levítico al “desierto”, cargado de pecados y delitos.
Publicado: marzo 26 de 2017