Las Farc se multiplicarán como conejos para recibir los beneficios del gobierno, pero se dividirán para continuar con el terrorismo.
El tiempo vuela cuando la estamos pasando bien y se siente estático cuando las cosas van mal. Por esa razón, vemos que episodios que sucedieron hace escasos meses, como el plebiscito, se sienten lejanos porque a partir de ese día los colombianos la hemos pasado muy mal.
Nos ha tocado corroborar la veracidad de aquel infame comentario de Juan Manuel Santos cuando dijo que él hacía lo que se le daba la gana. Tan ciertas resultaron ser sus palabras, que se pasó por la faja la decisión que tomamos ese lejano 2 de octubre cuando le dijimos NO al acuerdo habanero para después imponernos un sapo que no nos quisimos tragar. Además, nos tuvimos que enfrentar a la dura realidad de que se había gastado todo nuestro dinero hasta el punto de dejarnos una deuda, esa sí histórica por su magnitud.
Para poder rellenar ese enorme hueco fiscal recurrió a sus notarios predilectos, es decir, al Congreso para que le aprobara una reforma tributaria que nos tiene penando a diario.
El ministro de Hacienda trató de justificar la reforma diciendo que era estructural, pero la realidad es otra: durante el debate en el senado algún senador imprudentemente dijo que el Centro Democrático se oponía a la reforma porque quería ponerle trabas al proceso de paz y que ese dinero se necesitaba para poder implementar los acuerdos. He ahí la verdad, los costos de un post conflicto sin límites en el tiempo requieren de esta reforma tributaria y quizás de otra y luego otra. Hasta ahora no sabemos la cifra exacta de cuánto va a costar el post conflicto. Nadie nos la ha dicho, porque seguramente ni el mismo gobierno la sabe. Son muchas cosas las que el gobierno desconoce. Por ejemplo, durante 6 años de negociaciones, nunca se interesaron en preguntar cuántos menores de edad conformaban las filas de las Farc, ni les interesó saber cuántas armas tenían, ni mucho menos saber a cuanto ascendía la fortuna de ellas.
Recientemente se conoció una carta de tres páginas con todas las exigencias de las Farc para el acondicionamiento de las zonas veredales. La lista, que más bien parece una carta al Niño Dios, incluye cosas tales como: 17 hectáreas para construir lo que ellos denominan “el pueblito” con 300 casas amobladas con todo y televisores de 64 pulgadas y centro de video, servicios públicos, su propio acueducto, alcantarillado, guardería, gasolinera, dos canchas de microfútbol, biblioteca, taller de mecánica, oficina de mandos con computadores e impresoras, wifi, hospital, clínica odontológica, peluquería, etc. También exigen estar afiliados a un sistema “especial” de salud. Qué ironía, ¿no creen? Aquellos cuyo discurso ha sido el marxista, leninista, y ahora bolivariano, exigen mejores condiciones de vida que las de cualquier familia colombiana viviendo con un salario mínimo. Apuesto que muchos colombianos que se preocuparon por estudiar y ser útiles a la sociedad hoy piensan que se equivocaron de oficio.
Antes del plebiscito supimos de boca de Rodrigo Londoño, alias “Timochenko”, que se desmovilizarían 5.765 guerrilleros. Una cifra ridícula teniendo en cuenta que por ese número de delincuentes, asesinos, terroristas y narcotraficantes tendríamos que cambiar nuestra constitución nacional. A medida que ha pasado el tiempo, a las Farc y al gobierno les ha tocado admitir que ese número será inferior ya que existen algunos disidentes que no quieren acatar las órdenes de desmovilización porque el mundo de la minería ilegal, el narcotráfico y la extorsión es más cautivante por lo lucrativo. Es más, el Fiscal General, Néstor Humberto Martínez, denunció públicamente que el Clan del Golfo le está ofreciendo $1.800.000 pesos al mes a cada guerrillero que se una a su organización delincuencial. Ese número de disidentes no está claro aún, ya que no todos los guerrilleros han llegado a las zonas de concentración a las que han debido llegar hace varias semanas.
Retomemos esa cifra que nos proporcionó Timochenko. 5.765 guerrilleros que se iban a desmovilizar. A esa cifra tendríamos que restarle un número aún indeterminado de disidentes, los cuales suponemos que deben ser más de 100 para que amerite hablar de ellos. Una cifra menor habría podido pasar de agache. Este martes Juan Manuel Santos dijo que el miércoles afiliarían a 6.200 combatientes (porque ya no se les puede llamar guerrilleros) al régimen subsidiado de salud. El miércoles esa cifra aumentó a 8.000. Las matemáticas no dan, a menos que en esa cifra se estén contemplando, como alguien me dijo, incluir a los milicianos de las Farc. Para que tengan una idea de que es un miliciano, el exalcalde y excandidato a la presidencia Antanas Mockus admitió haber sido colaborador de las Farc. En una carta dirigida a Juan Manuel Santos dijo que les guardó secretos y recursos además de ofrecerles servicios de traducción. Un miliciano es un colaborador de la guerrilla que se camufla en la población civil. ¿Será que Antanas Mockus será afiliado al sistema de salud junto a los combatientes de las Farc? Amanecerá y veremos. Mientras tanto no pierdan de vista las cifras, porque las Farc se multiplicarán como conejos para recibir los beneficios del gobierno, pero se dividirán para continuar con el lucrativo negocio del terrorismo.
Publicado: enero 27 de 2017