José Miguel Santamaría: El año del destape

Lo pasado es pasado. El año 2016 fue el año en que se firmó el acuerdo con las Farc, el año en que se polarizó el país, el año en que se quebraron los pesos y contrapesos de nuestra democracia y el año en que se gobernó más para afuera, para los organismos internacionales y las ONGs que para los colombianos.

Pero no creamos que todo esto ya pasó y que el país en el 2017 se alineará con la implementación de los acuerdos y el mal llamado posconflicto.

Cuando el gobierno decidió cerrar a toda costa un acuerdo que los colombianos rechazamos a través de las urnas, solamente teníamos conocimiento de lo que estaba plasmado en el papel. Sin embargo, son los otros pactos y temas que saldrán en el postconflicto los que seguramente serán más comentados y bombardeados en las redes sociales. Esto seguramente golpeará muy duro al gobierno en su ya caída popularidad.

Con seis días corridos del año ya tenemos temas largos para hablar. Empezando por las zonas de concentración, donde claramente el gobierno por hacer las cosas a la carrera no las tiene terminadas, todavía no han llegado los narcoterroristas y ya la veeduría de la ONU se hizo agua. Sabíamos desde hace rato sobre la camaradería que existía entre estos y las Farc desde La Habana, lo que hace insostenible la imparcialidad.

El gobierno, ante eso, no se ha manifestado. Como diría un profesor que tuve en la universidad: “el gobierno calla para no decir mas mentiras”.

Vendrán más temas que han sido vedados y acuerdos secretos que no están en los acuerdos públicos que pocos colombianos leímos. Todos estos temas empezarán a salir todos los días; cuando algo empieza mal y se cierra mal, pues sale mal.

Quiero ver qué pasará cuando empiecen a salir los contratos de presidencia hechos a dedo sobre el postconflicto: las obras en las zonas de concentración, la comida en estos sitios donde ya nos dieron un adelanto indignante, los baños móviles, el transporte de los visitantes, de las familias, de los veedores. En fin, como siempre lo hemos dicho, este ha sido el gobierno de los contratistas y lo seguirá siendo.

Una cosa son los guerrilleros rasos que llegarán a esas zonas, pero otra es el tema de los cabecillas. A mi modo de ver, ellos deben estar allá también o dónde en el acuerdo se habla que pueden vivir en el barrio Pasadena. Esto les aseguro dará mucho de que hablar. ¿Será que la guerrillerada se va a aguantar que sus lideres vivan a cuerpo de rey en Bogotá mientras ellos siguen en el monte?, difícil.

Otros temas que darán para mucho son la entrega de los menores, que claramente tienen en sus filas y que han escondido, y la entrega de las armas que han venido dilatando y que les duele entregar.

Como vemos tenemos un año electoral con un gobierno en el despeñadero y con muchos interrogantes. Esperemos que por el bien del país se resuelvan como debe ser, a favor de los colombianos y del país.

@SANTAMARIAURIBE

Publicado: enero 9 de 2017