¿Y quién se preocupa por el Bullying?

¿Y quién se preocupa por el Bullying?

El suicidio en Estados Unidos de Drayke, el joven de 12 años que no resistió más el bullying, es una alarma de una realidad silenciosa mucho más grave de lo que creemos. Un tema que pone en riesgo la vida de millones de niños y frente al cual poco y nada se habla en estos comicios electorales.

Llevamos años hablando del bullying y no son muchos los cambios que han ocurrido. Quizás lo más importante es que se ha visibilizado una dinámica a la cual históricamente no se le había prestado mayor atención y que, inclusive, en el pasado llegamos a considerar como algo normal en la interacción de los colegios.

Sin embargo, queda mucho por hacer. La agresión verbal en los planteles educativos no cesa y lo más preocupante es que los mecanismos de control que establecen las instituciones no siempre son efectivos. En parte, porque no existe una política nacional que indique una ruta de manejo uniforme, lo cual hace que, en la práctica, la aproximación a la problemática varíe drásticamente de colegio a colegio. 

Por eso, una de las grandes preguntas en este tema es qué tanto debe involucrarse el Estado. ¿Abordar el bullying es una responsabilidad exclusiva de las familias y las instituciones o también exige un compromiso por parte de las entidades públicas?

Claramente el sector público tiene unas prioridades que concentran al máximo su atención, tales como el control de la inflación, la seguridad, el crecimiento económico, la tasa de desempleo, el narcotráfico, la política arancelaria, los índices de inversión, los proyectos de infraestructura o el manejo del gasto público.

Sin embargo, a mi parecer el bullying es algo que amerita una aproximación casi que de salud pública, de forma semejante a como ocurre con la prevención del embarazo adolescente. Este tipo de situaciones, si bien es verdad no dan votos ni inciden en la favorabilidad de los mandatarios, terminan siendo determinantes en el mediano y largo plazo para millones de niños que están en formación y que, dependiendo de muchas circunstancias, pueden verse afectados.

Porque claro, no todas las personas reaccionan de la misma manera. Unos responderán con violencia, otros con humor, pero muchos guardarán silencio y preferirán callar antes que compartir sus experiencias con sus familiares o profesores. Y es ahí donde el asunto cobra suma gravedad.

Drayke sufrió acoso escolar durante más de un año y nadie se dio cuenta. Sufrió todo tipo de agresiones en la soledad y al final no resistió la presión. Contaba con una red de apoyo sólida que no se enteró de lo que estaba sucediendo y que cuando intentó actuar era demasiado tarde.

Esto no puede suceder. Hoy estamos relatando un caso americano, pero en Colombia el panorama no es distinto. Por eso, en medio de tantas propuestas, polémicas y divisiones, es más que necesario que los candidatos se unan en torno a esta problemática y se comprometan a ejecutar una política de prevención que logre salvar miles de vidas que actualmente pueden estar en peligro sin saberlo.

@Tatacabello

Publicado: febrero 18 de 2022

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