Verdad y eficiencia

Dicen que escoba nueva barre bien, pero, para hacerlo bien, el presidente Iván Duque no puede solo entrar pisando duro a partir del 7 de agosto del 2018. Duque también debe presentarle al país un análisis claro de lo que está recibiendo de manera que pueda ser calificado por lo que va a lograr y no por lo que le dejaron. Enrique Peñalosa cometió el error de no hacerlo y hoy en día está cargando el lastre de 3 malos gobiernos.

Cuando hablo de verdad y eficiencia en el título me refiero a la necesidad de contarle al país nuestra verdadera realidad financiera y social, y de la forma en que debe ser manejado el Estado. Si logramos conjugar bien estas dos palabras vamos a lograr mucho más de lo que hemos logrado en el pasado.

Tristemente, nunca hemos logrado tener un proyecto de país a largo plazo donde las políticas públicas pasen de gobierno en gobierno con un único fin; el desarrollo y progreso del país. En vez de esto, la regla general es pensar a 4 años y acabar prácticamente con todo lo que traía el anterior gobierno, lo bueno y lo malo. Si esto pasa con gobiernos afines ideológicamente, imagínense cómo es cuando el sucesor es la antigua oposición.

Sin miedo a equivocarme puedo decir que el gobierno Santos ha sido el gobierno que más ha utilizado la propaganda estatal a través de los medios de comunicación para auto aplaudirse y vender sus logros, algunas veces de manera veraz, pero otras aumentando lo bueno y escondiendo los errores. Este es uno de los rubros que seguramente el nuevo gobierno bajará. No tiene sentido gastar recursos públicos en auto aplaudirse mientras existen tantas necesidades insatisfechas. Adicionalmente, esta propaganda se utilizó para acallar y alinear medios de comunicación y periodistas que durante los 8 años fueron miembros destacados del comité de aplausos del gobierno.

El aumento de la deuda pública como porcentaje del PIB del 34% en el 2010 a los niveles actuales del 44% es sin duda una de las malas herencias que deja el gobierno actual porque, si a este dato se le suma el hueco fiscal existente, no existe mucha capacidad de maniobra. Se ha tratado de minimizar este aumento argumentando que no hubo más endeudamiento y que el aumento se dio por la devaluación del peso frente al dólar, pero mis números a mano alzada difieren ya que solamente una tercera parte del aumento se explica por esto. El resto viene de más deuda.

Cuando los gobiernos hablan de deuda pública y sus perspectivas generalmente dicen que en el mediano plazo esta o se debe estabilizar o se debe bajar, pero obviamente son proyecciones y el papel aguanta todo. Suposiciones como mayor recaudo de impuestos, disminución de la evasión, aumento del precio de las materias primas, lucha contra la corrupción etc. deben ser una prioridad, pero si no se disminuye el tamaño del Estado será muy difícil. Hay un adagio popular que dice que debemos cuidar los pesitos porque los millones se cuidan solos. Uno de los más grandes pecados del gobierno Santos fue pensar que podía lograr todo mientras tuviera aceitado o con suficiente mermelada el Congreso haciendo de los cupos indicativos el pan de cada día.

Otro de los rubros que le deja al próximo gobierno sin maniobra son las vigencias futuras. Ya son casi 9% del PIB y, aunque no se contabilice como deuda, termina siéndolo porque son compromisos futuros de gasto; gran parte de esto se utilizó para infraestructura como es el caso del Metro de Bogotá.

Creo por último que la mayoría de los colombianos quedamos bastante contentos con el gabinete del nuevo gobierno. Se nota que lo hizo basado más en criterios técnicos que políticos y no primaron ni las presiones ni el amiguismo. Adicionalmente, en la primera reunión del equipo de gobierno el presidente Duque dejó muy claro que quiere que haya austeridad y responsabilidad en el manejo de los recursos públicos.

@SANTAMARIAURIBE

Publicado: julio 30 de 2018

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