Vade Retro, Satanás

Vade Retro, Satanás

«Pinturita», el grotesco e irreverente alcalde de Medellín, no contento con promover aquí la revolución sexual e incorporar a su equipo a un «ingeniero de lo invisible», resolvió dedicar, a expensas del erario municipal, la decoración navideña que desde hace tiempos engalana a la ciudad a la figura del Demonio, en lugar de la de la Sagrada Familia, que es el centro del festejo con que los cristianos de diversas confesiones conmemoramos el nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo. Afortunadamente, la indignación ciudadana hizo que al parecer desistiera de esa perversa idea que ya había puesto por obra (vid. El diablo entronizado en el alumbrado navideño).

Este es un episodio más de la banalización del mal, de que habló Hannah Arendt dentro de otro contexto. En esta oportunidad, se pretende exhibir al Maligno como una figura simpática que contrasta con el candor del Niño Jesús. 

Hace poco escribí sobre un caso de posesión diabólica relatado desde la perspectiva de la propia víctima. Me referiré ahora a una contundente experiencia psiquiátrica, la del Dr. Richard Gallagher, que en su libro «Demonic Foes» trata sobre sus 25 años de investigación sobre los ataques demoníacos.

El Dr. Gallagher no es un aparecido. Se graduó Summa Cum Laude en Princeton y ha ejercido su profesión en Nueva York con gran crédito. Es profesor en la Universidad de Columbia. Como los exorcistas son prudentes para tratar posibles casos de posesión u obsesiones demoníacas, suelen pedir la colaboración de psiquiatras para establecer si están en presencia de anomalías mentales o de fenómenos que sólo son explicables por la acción de fuerzas espirituales malignas. Sabedor de su fe católica, el padre Jacques. un destacado exorcista norteamericano, pidió que le colaborara con personas que mostraban indicios de presencias demoníacas en sus padecimientos. Fue de ese modo como llegó a participar en por lo menos cien exorcismos. En CNN lo presentan como el hombre a quien los exorcistas llaman para atender  casos extremos.

En el capítulo tercero de su libro se ocupa de un caso paradigmático, el de una mujer a la que llama Julia, la «Reina Satánica». Nacida en una familia católica, en su adolescencia sufrió el asedio de un cura que la inició en la sexualidad. A partir de ahí, cayó en las redes de Daniel, un satanista que colmaba sus apetitos y la vinculó a un grupo de adoradores de Satanás, al que ella se entregó a cambio de los poderes mentales que le otorgó. Julia quería salir de la posesión, pero no de la pertenencia al grupo, ni de su relación con Daniel, ni de los rituales de adoración al Demonio. Los exorcismos fracasaron y ella murió tempranamente de cáncer, probablemente subyugada por esa entidad infernal. Pero a raíz de aquéllos, el Dr. Gallagher pudo observar directamente las manifestaciones más protuberantes de la posesión y la índoles de los poderes extraordinarios de que se jactaba Julia. Ese capítulo es, para decir lo menos, espeluznante.

Julia se presentaba como una gran bruja. Al dicho de que «las hay, las hay, pero no hay qué creer en ellas», responde certeramente el padre Juan Gonzalo Callejas en su libro «Contra la brujería«.

El testimonio personal del padre Callejas es impresionante, pues da cuenta de cómo pasó de integrar en su adolescencia un grupo satanista en Medellín a hacerse sacerdote con la misión de combatir la brujería que está demasiado extendida en distintos estratos de nuestra sociedad y, en general, del mundo contemporáneo.

Como lo pone de presente un grupo de seguidores de San Pío de Pietrelcina en Medellín, lo que ha hecho «Pinturita» no es más que llevar a su término el cometido de descristianización de las festividades navideñas que desde hace varios años se ha llevado a cabo en Medellín bajo el auspicio de las autoridades municipales y EPM. Se ha comenzado ignorando a la Sagrada Familia y el pesebre de Belén, para terminar entronizando a Satanás.

No nos digamos mentiras: la crisis de la sociedad colombiana es ante todo espiritual. Somos un país necesitado de un gran exorcismo colectivo.

Jesús Vallejo Mejía

Publicado: noviembre 19 de 2020

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