Uribe, sencillamente Uribe

Uribe, sencillamente Uribe

“¡Paramilitar, narcotraficante, asesino!” Ese es el nivel del discurso de los opositores de Álvaro Uribe Vélez. En esta columna me permito hacer algunas preguntas para encarar las afirmaciones que existen contra el líder del Centro Democrático. Llegó la hora de exigir pruebas: la estupidez de la izquierda colombiana, agrandada por las evidencias, incluyendo la “volada” de Santrich, ya cansa, de veras.

¿Uribe paramilitar? Según numerosas fuentes, los paramilitares nacieron a finales de la década de los setentas, como consecuencia, básicamente, de los abusos de los frentes de las guerrillas comunistas que operaban en Antioquia y Córdoba.

Recordemos que el boleteo, el secuestro, el robo de ganado y las violaciones a menores de edad y a mujeres vulnerables, por parte de “los muchachos”, eran tema diario en numerosos municipios y caseríos de esas regiones del país. (¿Por qué a la guerrilla le cuesta reconocer sus errores? ¿Ley del embudo toda la vida?).

Por fortuna para Colombia, no todo era drama: se vivían años de enorme crecimiento económico, con dinero en efectivo que pasaba de mano en mano, consolidando el aumento del consumo en nuestro país.

Eran los tiempos del gobierno de Julio César Turbay Ayala (1978-1982), un mandatario recordado por su carácter y por su famoso “Estatuto de Seguridad”, cuya aplicación ha sido discutida y vilipendiada por varios de los integrantes del M-19, hoy líderes de la Alianza Verde, quienes terminaron siendo juzgados y condenados por subversión y terrorismo. (En algunos casos hubo torturas, como lo señalan varios testigos que conozco).

Por volteretas de la historia, la mayoría de los ciudadanos condenados fueron amnistiados por el presidente Belisario Betancur (1982-1986), quien les abrió las puertas a través de un diálogo que no tuvo respuesta efectiva por parte de la denominada Coordinadora Nacional Guerrillera de ese entonces, encabezada por los líderes de las FARC y el M-19, vale decir, los fallecidos Tirofijo, Jacobo Arenas y Carlos Pizarro, a quienes se unió Antonio Navarro Wolff.

¿Uribe narcotraficante? ¡Basta ya de difamaciones! Como en este país estamos acostumbrados a la calumnia y al insulto desde tiempos remotos, no les damos importancia a los argumentos basados en pruebas.

Indagando, buscando documentos y revisando archivos fotográficos, podemos afirmar que Pablo Escobar nunca se metió ni tuvo contactos con Uribe. No existe registro alguno.

También es un hecho que Alberto Uribe Sierra, padre del expresidente, era empresario y aficionado a los caballos,  tenía relaciones comerciales con importantes representantes del gremio equino colombiano, incluyendo a don Fabio Ochoa y, para que se muerdan los codos los opositores, don Alberto, como la mayoría de caballistas de nuestro país, se interesó en la mejora genética de hermosos ejemplares de paso fino colombiano.

Para no dejar nada entre el tintero, no está de más señalar que bajo el gobierno de Alfonso López Michelsen (1974-1978) floreció la bonanza marimbera, hito del crimen criollo que se expandió por la región caribe con el mismo éxito que el contrabando…

Por su parte, el famoso proceso 8000, prominente verruga que ha quedado pegada en el rostro político de Ernesto Samper Pizano (1994-1998), se constituye en interesante documento histórico que nos permite entrever la manera como el cartel de Cali, a la sazón la mafia más sofisticada del continente, permeó la política de Colombia en los 90.

En el cuatrenio del “elefante”, gobierno que inició labores el 7 de agosto de 1994, se dictaron varias disposiciones legales que dieron vida a las famosas CONVIVIR.  Uribe, como gobernador de Antioquia, lo único que hizo fue cumplir las normas expedidas y firmadas por el inquilino de Palacio de ese momento: Ernesto Samper Pizano.

¿Uribe asesino? Hasta la fecha, cotejando archivos y haciendo pesquisas digitales en diferentes juzgados, el ciudadano Álvaro Uribe Vélez no ha sido acusado por ningún homicidio, ni ha sido llamado a juicio por ninguna instancia judicial dentro de la República de Colombia, o fuera de ella, para responder por delitos de este tenor.

Con Todo Respeto: Si queremos ser objetivos, no podemos olvidar que desde sus inicios los paramilitares tuvieron el apoyo de miles de colombianos cansados de los atropellos de las FARC, el ELN, el M-19 y otros grupos subversivos. Las FARC y el ELN terminaron convertidos en poderosos carteles del narcotráfico mundial. (De los Santos, no digo nada, ¡porque son unos piscos divinamente, caray; incluso, buenos amigos de Fidel…!).

La historia que le están enseñando a las nuevas generaciones ha sido escrita por sociólogos y antropólogos obtusos, ideologizados y cercanos a las FARC. Personalmente, a esos tipos no les creo ni una sola palabra. ¿Y usted?

#UribeSencillamenteUribe

@tamayocollins

Publicado: julio 10 de 2019

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