Un hombre hecho a pulso

Un hombre hecho a pulso

Ernesto Macías es el ejemplo del colombiano de clase media que se logró abrir un espacio a punta de esfuerzo, trabajo, constancia, lealtad y disciplina.

Empezó su carrera política como alcalde de Altamira, cuando estos eran nombrados por los gobernadores. Luego, fue concejal de Garzón, su pueblo natal.

Alternó su vocación política con el ejercicio periodístico, que es su verdadera pasión.

Su trayectoria política y electoral en el Huila se vio reflejada en las pasadas elecciones cuando obtuvo una de las más altas votaciones de la plancha de candidatos al Senado por el Centro Democrático, lista que estuvo encabezada por el presidente Uribe.

Ha sido un uribista de todas las horas, leal y disciplinado. De cara a las presidenciales de este año, Macías junto a José Obdulio Gaviria y Everth Bustamente fue el gran promotor de la aspiración de Iván Duque.

Sin desnaturalizar su condición de uribista, puede decirse sin lugar a dudas que hoy por hoy los principales defensores del gobierno en el Senado, además del presidente Uribe, es Macías quien fue exaltado como presidente del Congreso en buena medida como un reconocimiento merecidísimo por su trabajo denodado en procura de la victoria de Iván Duque.

Macías ha tenido que padecer el costo de su lealtad a unas ideas. Ha sido objeto de toda suerte de ataques e improperios por parte de los enemigos del uribismo. El discurso que pronunció el pasado 7 de agosto durante la ceremonia de investidura del presidente Duque, estuvo cargado de verdades. Macías hizo una rigurosa radiografía del país que entregó Juan Manuel Santos y aquello era más que necesario. Los críticos de siempre no dudaron en atacarlo, mientras que para muchos, la gran mayoría, sus palabras fueron un bálsamo. De hecho, hay quienes creen que el presidente del Congreso se quedó corto en su intervención.

En una demostración brutal de arribismo y elitismo, no son pocos los antiuribistas que descalifican a Ernesto Macías por ser un hombre de provincia y de clase media, como lo es la inmensa mayoría de colombianos.

De hecho, debería ser motivo de orgullo que un hombre que se ha forjado a pulso haya podido prosperar en la política, trabajando denodadamente para construir su carrera.

Nadie puede señalar a Macías por comportamientos ilegales o indecorosos. Es un congresista trabajador, honesto, exigente y riguroso. A pesar de tener una clara identidad doctrinaria, ha ejercido la presidencia del Senado con equilibrio y ponderación, dándole garantías a todos los sectores y haciendo respetar el reglamento del Congreso, contenido en la ley 5.

Que sea equilibrado en el ejercicio de sus funciones no significa que se vaya a prestar para cometer irregularidades, como pretende el belicoso y agresivo senador de la izquierda, Jorge Robledo quien intentó hacerle un debate de moción de censura al cuestionado ministro Carrasquilla, cuando los hechos por los que se le acusa –que son en efecto delicados- no fueron cometidos con ocasión del desempeño de su gestión al frente del ministerio de Hacienda, sino como un hombre de negocios particular.

Ernesto Macías es un ejemplo para los colombianos de clase media. Él es la demostración de que el éxito es posible cuando se trabaja con rigurosidad, coherencia y mucho empeño.

Las condecoraciones que ha recibido, entre ella la cruz de Boyacá, son más que merecidas, así a ciertos elitistas les parezca que un hombre sencillo y auténtico no puede acceder a ese tipo de reconocimientos.

@IrreverentesCol

Publicado: octubre 12 de 2018

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