Todavía dando de qué hablar

Todavía dando de qué hablar

De Juan Manuel Santos (JMS) se dijo todo, tanto, que ya supuestamente no queda nada por decir. Pero no, está aún muy vigente y sigue urdiendo en la sombra su juego maquiavélico del manejo del poder.

Nunca un presidente de Colombia generó tanta controversia (cosa que a él le fascina), lo cual demuestra su espíritu iconoclasta y su desordenado talante “liberal”

Se han escrito cataratas de letras a cerca de él, acerca de sus delirios de grandeza, como de sus constantes desaciertos, que le confirieron en su momento el desprecio del 90% de los colombianos, a pesar de haberse granjeado para su satisfacción personal, el consenso de algunos países desarrollados que no conocieron de sus andanzas en casa. Alguien dijo que el verdadero y genuino amor es el amor de los de casa.

Colombia hacia tiempo no conocía de un dignatario tan complejo, cuyas decisiones, por su importancia, dejaron un país diferente, ya que nadie se atrevió a convertir en legal lo ilegal, el delito en virtud, los asesinos en ángeles misericordiosos, además de dejar una racha negativa en el aparato productivo de la nación. 

El tema de enfermos en el poder ha sido toda la vida argumento de preocupación, tanto que el periodista Pierre Accoce y el médico Pierre Rentchnick, escribieron un famoso libro que se llama; “Aquellos enfermos que nos gobernaron”, donde aparece una lista de gobernantes, como por ejemplo Abdala Bucaram, quien fue destituido de la presidencia del Ecuador por esquizoide o Farouk de Egipto que era cleptómano y paranoico, y que si pudieran reescribirlo seguramente pondrían a JMS en su listado por su condición de mentiroso empedernido.

Nunca un presidente alguno en Colombia fue tan vilipendiado y pródigo para sí tanta burla. Con JMS se cerró el camino de la democracia y se abrió un sendero oscuro para nuestra nación, por la incertidumbre de poner en vilo la independencia de los poderes públicos, como permitir poner en el escenario político a un peligroso clan de narcoterroristas que propenden imitar, según ellos, el buen ejemplo de Venezuela.

Su vigencia no pasa, y por lo tanto no deja agotada mi pluma como suponía, sino que sigue dando que decir a medida que se esclarecen cada vez más las cosas turbias de su gobierno, cuando ya pensábamos que había cesado la horrible noche de su mandato, y que aparentemente no cabía una letra más en el libro de la vergüenza.

JMS se negó en rebeldía, cuidar la política de mano fuerte y corazón grande de su predecesor Álvaro Uribe Vélez, convirtiéndose en un Leviatán que dejó a su paso una estela de caos de la cual a los colombianos nos tomará mucho tiempo reponernos, como lo demuestra las muchas dificultades encontradas por el gobierno del presidente Iván Duque Márquez.

@GabrielTorices

Publicado: noviembre 12 de 2020

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