Soy uribestia

Soy uribestia

“El éxito es la capacidad de ir en fracaso en fracaso sin perder el entusiasmo” dijo alguna vez el célebre ex Primer Ministro Británico Winston Churchill. A pesar de que venimos de una lucha de ocho años en oposición nunca sentimos el sabor del fracaso. Inclusive, la reelección de Santos, que llegó con montajes, corrupción y ríos caudalosos de dinero, no tuvo un sabor a fracaso porque Oscar Iván Zuluaga debió haber ganado si no hubiera sido por ese escandaloso robo de las elecciones que aun no pone su cara frente a la justicia.

Durante esos años de deliciosa oposición nos llevamos enormes victorias como las del Plebiscito, el haber sido uno de los partidos más votados en el Congreso y, la joya de la corona, la presidencia. A propósito del plebiscito, recuerdo que tuve una conversación con el presidente Uribe antes de que el partido tomara la decisión de si le iban a meter la ficha al No o si íbamos a apoyar la abstención. Él me preguntó que qué pensaba la gente en Barranquilla y yo le respondí que, independientemente de la decisión que tomara el partido, la gente estaba decidida a luchar por el No, y que si íbamos a morir, iba a ser con las botas puestas. Ese es el ADN del uribista, un militante abnegado con una profunda convicción de esta causa, causa que se llama país. País que no concebimos como un refugio de terroristas y narcotraficantes y menos con curules.

El uribista de corazón, o al que yo le llamo purasangre, es una persona que nunca se deja cautivar por los cantos de sirena de la izquierda ni por el sonido de las máquinas de dinero que abundan en los partidos políticos que terminan en “queros”. El verdadero uribista tiene el propósito de que nuestro país no caiga en las garras del socialismo que le ha destruido la vida a millones de personas en Latinoamérica y el Caribe.

En este momento esos cantos de sirena del socialismo están en altavoces en Colombia porque nuestro país es el boccone di cardinali de la izquierda, en otras palabras, la corona anhelada del Socialismo del Siglo XXI es Colombia y la estrategia de la izquierda ha sido perseverar y mostrar sus derrotas como triunfos. La consulta anticorrupción, que le sirvió a Claudia López de plataforma política y nos costó a los colombianos 350.000 millones de pesos, es el mejor ejemplo. A pesar de que no llegaron al umbral, le vendieron al país la idea de que los puntos de la misma tenían vigor obligatorio. Y dónde me dejan a Gustavo Petro que cree que los votos que obtuvo en su campaña hacia la presidencia le confirió el derecho a no dejar gobernar al Presidente Duque porque venderle a la juventud un discurso de romanticismo marginal es mucho más fácil que vender el discurso de que para construir país se necesita mucho trabajo.

Al uribista purasangre no se le arruga el alma ante la palabra trabajo porque sabe que el fruto del mismo no solamente tiene repercusiones en su vida sino que sabe que esos impuestos que paga sirven para ayudar a aquellos que aun necesitan ayuda para salir adelante. Por eso vemos a uribistas como Argiro Castaño que hizo negocio con el insulto preferido de nuestros detractores al sacar unas tazas con la imagen de un burro acompañado de la palabra uribestias. Y si por bestia se entiende unos animales que trabajan de sol a sol para sacar adelante a este país, prefiero considerarme una bestia y si esa palabra va acompañada del apellido Uribe, que para mi encarna un profundo amor a la patria, llámenme uribestia con el apellido purasangre.

@ANIABELLO_R

Publicado: noviembre 1 de 2019

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