Sin identidad

Sin identidad

Una familiar de Sahagún llamó exaltada el fin de semana: ”Por fin, llegó el tate quieto pa’ el Alzheimer”. Se refería al nuevo medicamento aprobado por la FDA (Administración de Alimentos y Fármacos de Estados Unidos) que con bombos y platillos se ha anunciado. La “cura” de este colosal problema degenerativo cerebral que afecta a 50 millones de personas en el mundo. Mi pariente, cerca de los 80 años recuerda los eventos recientes y antiguos, en su mente fértil están sembrados los teléfonos, una imaginación fecunda y una locuacidad envidiable. “No me acuerdo dónde dejé las llaves y a veces se me olvida donde están los lentes”. Por supuesto, no tiene Alzheimer y en esta tierra sabanera, Sahagún, con los estímulos del alegórico pueblo sabanero va envejeciendo, en el imaginario colectivo, usuales fallas en memoria de retención se confunden con la temible enfermedad.

Nuestras cuentas apuntan a 280 mil colombianos con Alzheimer. Es la demencia más común después de los 60 años y un problema grave de salud pública. Si la transición epidemiológica de nuestra población es un hecho, cada vez tendremos más viejos y las enfermedades degenerativas como esta lesionarán más el sistema de salud y con mayor impacto sobre el sector y la familia.

Números alarmantes: 6 de cada 10 individuos mayores de 80 años sufrirán de Alzheimer y de los tres estadios de la enfermedad, la mayor parte de los pacientes estarán en la peor fase. Por razones aún desconocidas se produce una mezcla y éste construye unos muros que van aislando las neuronas de sus vecinas e impiden su lenguaje. Las neuronas quedan aisladas, solas y no pueden transmitir sus mensajes a las colindantes. Los ladrillos se llaman beta amiloide y sus proteínas tau enredan las neuronas en su interior.

Se anunció una droga, Aduhelm (aducanumab), que actúa como un disolvente que tumba la pared del aislamiento al desunir los ladrillos amiloides que la conforman. Se habla de informes precipitados, sin sólidas evidencias médicas y seguimiento en su uso. Para colmo, unos costos absolutamente exagerados: US 56.000 año y US 500.000 de por vida. La autorización de la FDA habla de “razonables resultados”. El grave problemas es que al tumbar la pared, el “calabozo mental” no desaparece y lo más importante: los resultados en la mejoría de la cognición no se han confirmado. Hace unos meses escribimos, ante la urgencia de la pandemia, que los protocolos en medicina son estrictos, tienen un tiempo y método. No se puede y no se debe saltar un paso pues al final el brinco mina la credibilidad en la ciencia.

En cambio, hay un ensayo social cerca de un pueblito de Ámsterdam que me pareció simple y didáctico. Se hizo en una aldea y allí alojan 70 enfermos con Alzheimer. Dotado de todo lo que puede tener una vereda. Desde supermercados hasta bares, discotecas y cines. En fin, los inquilinos de Villa Demencia, tiene cuidadores y guías para que dentro de su estado confusional puedan llevar una vida normal. Quizá no recuerden la película que vieron, pero disfrutaron las escenas románticas. No recordarán de qué hablaron, pero gozaron la cerveza que tomaron la tarde anterior con el amigo. La demencia no puede ser un impedimento para que la gente disfrute la vida y las relaciones sociales.

Es una especie de isla urbana para garantizar la seguridad de sus huéspedes, pero en su interior una pequeña ciudad. Un mundo lo más parecido al real, y unas medidas que ofrecen seguridad para proteger a los ocupantes con demencia. ¡Sensacional Villa Demencia! En sus apartamentos viven 6 pacientes con el cuidador. Pueden los enfermos caminar y moverse dentro del conjunto. Lo cierto y debe quedar claro: no hay una cura para el Alzheimer. Pero si podemos alejarlo si teniendo en cuenta los antecedentes llevamos: una dieta sana, actividad física regular, control de peso y esto: aprendizaje permanente. ¡Ilusión y proyectos, aunque no los alcancemos a realizar!

Recomendar el distanciamiento físico es el protocolo de seguridad durante la pandemia. Hemos protegido la salud mental estimulando la cercanía y el contacto social. La virtualidad es la plataforma cómplice para que nuestras relaciones sociales no se enfríen y mantengamos esos vínculos de familia y amistad. Los aforos hay que cumplirlos, estrictos. Pero la intimidad de nuestra familia no la podamos perder y esos doce apósteles del apego deben estar presentes. Nadie sabe y menos con las nuevas mutantes del virus cuando será nuestra última cena.

Villa Demencia, suena innovador y bucólico. Nuestros idílicos pueblos no pueden caer en el primer síntoma de la demencia: la falta de memoria. Sahagún, por ejemplo, conocido por unos personajes que han lesionado su imagen y el hogar de muchos cordobeses no debe recibirlos como los hijos pródigos. Ellos no se alejaron para independizarse, la justicia los encerró por los ilícitos cometidos. Además del desfalco fiscal que deben devolver, son responsables de un gran daño a los cerebros jóvenes de la patria y se convirtieron estos individuos en referentes de la picardía y la trampa. A los corruptos no hay que agasajarlos. Hay que aplicarles la sanción social para que ese sea el primer paso del derrumbe de los ladrillos de la corrupción.

Colombia en el 2022, recordando los hechos que hoy sufrimos no puede comportarse como “República Demencia”. ¡Hay que sancionar con el voto a los incendiarios y así evitaremos convertirnos en nación fallida!

@Rembertoburgose

Publicado: junio 17 de 2021

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