Gabriel Rodríguez: Silencio cómplice

No me asombra el silencio cómplice de algunos periodistas en Colombia, porque  seguramente están sobornados. En este país casi todos tienen un precio. Me asombra el silencio de los intelectuales colombianos ante el viraje que está tomando el Estado con un proceso de paz que nos lleva inminente hacia la izquierda. No porque tenga temor a un gobierno de izquierda, si no que a lo largo de la historia, incluso la más reciente, se ha demostrado que son regímenes  donde una elite esclaviza al resto de los ciudadanos. Y acaban siendo sistemáticamente  más corruptos que los llamados de derecha, convirtiéndose por su posición totalitaria en violadores de los derechos fundamentales de los ciudadanos.

Lo estamos viendo en Venezuela, como un “deja vù”, lo  vemos con tristeza en Cuba, lo vimos en Berlín cuando decidió tumbar el “muro” por su ineficacia, en Rusia, que lo desterro de su memoria colectiva. Pero en Colombia ser de izquierda es equivalente a ser intelectual, e incluso estos, miran con inferioridad y cierto desdén a los que no lo son. Es posible que en los pensadores de izquierda exista una enajenación, ante la imposibilidad de no poder sacar adelante sus ideas y proyectos, y se declaran como tal como si guardaran un profundo resentimiento hacia el capital. Como si les molestara el éxito de los hombres de negocio en una economía de mercado. El poeta Gómez Jattin decía que el miraba el dinero de perfil, mas no con odio.

El marxismo ha utilizado gratis a estos intelectuales, como publicistas de sus teorías. Y hasta han logrado posicionar la palabra capital como sinónimo de injusticia. En algunos casos para ufanarse del sistema, ponen como gran ejemplo, el excelente nivel de la educación pública en los países nórdicos (que no son marxistas), sin saber que estos están regidos por la más pura economía de mercado. Porque lo que hace el Estado, es asignar un monto o capital para cada alumno, y este escoge el colegio de su preferencia, de acuerdo a la calidad que brinde la institución. Es decir, los colegios públicos se disputan los alumnos y lo hacen ofreciendo una mejor calidad en su plantel.

Se podría decir que la economía de mercado es inherente al ser humano, pero los intelectuales la detestan, porque consideran que producir ideas y palabras es lo más valioso de la sociedad, y que no se les recompensa como tal. Platón decía que los gobiernos deben estar dirigidos por filósofos y poetas. Y así fue en algún momento en Colombia, constituyéndose esto en un error que ha traído gran atraso. Mientras en otros países, hoy desarrollados, sus gobernantes eran industriales y hombres de negocios.

Los filósofos y los poetas en Colombia son muy mal recompensados, por lo tanto caen en estado de rebeldía, virando hacia la izquierda. Estos que hoy callan lo que sucede en el Colombia algún día tendrán que justiciar su silencio cómplice.

 

@rodrigueztorice