Ana María Abello: Se vende paz

Ana María Abello: Se vende paz

 

  • Señor, ¿qué vende en ese canasto?
  • Paz
  • ¿Cómo así que paz? Hombre, estoy viendo claramente que es otra cosa… ¿Qué es eso dulce?
  • Es paz
  • Está bien, yo pensé que eran cocadas, tenía antojo de cocadas, ¡mejor dejemos así!
  • Mire, señora, si Santos nos dice que los acuerdos que hizo con los bandidos esos en Cuba son paz, yo también tengo derecho a decir que vendo paz, ¿o no?
  • Ok, está bien, dame una paz de esas ¿Cuánto cuesta?
  • ¿Cuánto lleva en la cartera?
  • ¿Qué cuánto llevo en la cartera? Señor, yo tengo la idea de cuánto cuesta una cocada, o sea que no trate de aprovecharse…
  • Ah, pero usted no está comprando cocadas, señora, está comprando la paz.

Ese es el tipo de argumentos que el gobierno viene utilizando para vendernos la idea de que la entrega de nuestro país a los terroristas representantes del Socialismo del Siglo XXI es la paz.

Pretenden convencernos, por todos los medios y sin medir costos, de que la paz equivale a la impunidad, a la elegibilidad política, a la creación de plataformas para propagar el comunismo, a la entrega de tierras, a la no obligación de reparar económicamente a sus víctimas, a la creación de tribunales con el doble propósito de liberar a las Farc de su responsabilidad penal mientras persigue a sus opositores, etc.  Y lo más irónico es que ese tremendo trabajo mediático dirigido a confundirnos se costea con nuestro bolsillo y nos ha costado un ojo de la cara. Nosotros estamos pagando para que nos convenzan de que entregarles el poder a cambio de que no nos maten está bien.

En general la desinformación ha sido una herramienta valiosa para los regímenes autoritarios.  Se preguntarán si Colombia tiene un régimen autoritario. Analicemos: la característica fundamental de todo régimen autoritario es que el mandatario hace lo que se le da la gana. Hace poco Juan Manuel Santos dijo que él hacía lo que se le daba la gana. Vaya confesión, como si no nos hubiésemos dado cuenta.  Un presidente que no tiene respeto alguno por las otras ramas del poder público, que manosea a su antojo el congreso, la fiscalía, las altas cortes, los organismos de control y que además maneja la chequera estatal como si fuese la suya propia es un mandatario autoritario. El único organismo que no controlaba, hasta esta semana era la procuraduría, pero ya sabemos cómo terminó ese episodio.

Como autoproclamado mandatario autoritario, Juan Manuel Santos no solo ha desinformado al pueblo colombiano en cuanto a los acuerdos de La Habana, sino que también le ha echado la mano a la polarización, otra herramienta favorita del autoritarismo.

Desde que se posesionó como mandatario de los colombianos se ha dedicado a dividirnos. ¿Por qué? La máxima estrategia política utilizada desde las épocas de Felipe de Macedonia, Julio Cesar y Napoleón se llama “Divide et Impera”, es decir, divide y reinarás.

Mientras que nosotros, la gente de bien que jamás ha empuñado un arma, nos molemos a diario defendiendo el SÍ o el NO, Santos y las Farc llegaron a unos acuerdos que ni el mismísimo Manuel Marulanda se soñó y ahora se alistan para empezar a implementar.

Los acuerdos son tan nefastos y tan lejanos a la paz que ni siquiera tuvieron en cuenta a las víctimas. La prueba está en que se les olvidó incluir todo lo referente a la devolución de los menores combatientes que algún día fueron niños de un hogar del que arrebataron violentamente. Me sorprendería mucho que quien entienda el alcance de esto esté dispuesto a votar por el Sí.

Con la estrategia de vender una falsa paz y de mantenernos divididos, la izquierda, representada por las Farc y coadyuvada por el gobierno, logró lo que no había logrado durante casi 60 años de ataques al pueblo colombiano: llegar al poder. Qué tristeza que hayamos caído en la trampa y aún no salgamos de ella.

Sin embargo, es comprensible que cayésemos en esa trampa. Fuimos presa fácil.  Un pueblo cansado de la violencia que lo ha azotado década tras década es capaz de aferrarse inclusive a la más vil mentira. Lo importante es que, mientras estemos a tiempo, despertemos de ese trance de la supuesta paz, antes de que le abramos la puerta definitivamente al Socialismo del Siglo XXI.

En conclusión, si quieren comprar una mentira, cómprenla no sin antes prepararse para asumir las consecuencias. Si quieren saber cuáles son, basta con que miren lo que está sucediendo en Venezuela.

 

@ANIABELLO_R