¡Que tiemblen los ricos!

¡Que tiemblen los ricos!

A finales de la década de los 90 del siglo pasado, el grueso de los empresarios venezolanos no tomaron en serio las señales de advertencia que unos pocos, empezando por el expresidente de ese país Carlos Andrés Pérez, lanzaron en contra de Hugo Chávez.

No fueron pocos los que dijeron que dichas alertas eran simples pataleos de ahogado de la desprestigiada clase política venezolana y que Chávez era una suerte de depurador que llegaría al poder con el fin de ponerle punto final a la insoportable corrupción de la que los partidos tradicionales -Acción Democrática y COPEI- hacían parte.

El “remedio” resultó peor que la enfermedad. El saqueo a las arcas venezolanas no solo no se detuvo, sino que se agudizó. A partir de entonces, los ladrones fueron los supuestos revolucionarios que se valieron de toda suerte de maniobras para esquilmar a la otrora potencia petrolífera suramericana.

Empezaron con los hidrocarburos, continuaron con el oro y siguieron con los capitales privados. Los empresarios con cuya complicidad pudo entronizarse la brutal dictadura lo perdieron todo. Algunos lograron salvar unos pocos centavos y salir de Venezuela hacia España, Colombia y los Estados Unidos. A muchos, la “justicia” afecta al nefando socialismo del siglo XXI, les dio de encime sendas investigaciones por delitos que solo existen en las mentes calenturientas de la caterva chavista. El que se atreva a asomar su nariz por Venezuela, tiene que estar preparado para terminar en la cárcel de Ramo Verde, que es el infame lugar al que son remitidos los presos políticos.

En Colombia se está cocinando una tragedia similar. El protagonista no es un chafarote como Chávez, sino un terrorista alevoso que jamás ha respondido por las atrocidades de las que hizo parte con ocasión de su pertenencia a una guerrilla sanguinaria como efectivamente fue el M-19, banda que fue amnistiada e indultada hace más de 30 años.

Petro ya anunció que su gobierno será, cuando menos, de 20 años. Dice que él estará solamente durante el cuatrienio que le permite la Constitución y que el resto de la tarea la harán otros miembros de su pútrida corriente ideológica.

Valga que se tenga presente que Chávez también aseguró que él sólo estaría en el poder mientras se introducían los cambios que necesitaba Venezuela, empezando por una nueva Constitución y que, llegado el caso, renunciaría antes de que se cumpliera su primer periodo para cederle el paso a otros líderes. Pamplinas. Ganó en el 99 y se entronizó en el palacio Miraflores hasta 2013 cuando el cáncer acabó con su existencia.

En la campaña de 2018, Petro tuvo en la mira a las propiedades de la familia Ardila. Aseguró que expropiaría los terrenos pertenecientes al ingenio Incauca -por cierto, uno de los principales generadores de empleo en el departamento del Valle-. Esta vez, los enemigos, por ahora, el presidente Uribe -dijo que lo obligará a vender su fina El Ubérrimo- y la familia Araujo, una de las más trabajadoras y emprendedoras de la costa Caribe colombiana y propietaria del hotel Las Américas uno de los puntos más destacados para acoger al turismo local y extranjero en Cartagena.

Pero ha ido más allá. La industria petrolera, que es la que produce el grueso de la riqueza nacional, sabe que con Petro en el poder sus empresas serán llevadas a la ruina por cuenta de su torpe y absurda propuesta de acabar con la explotación de combustibles fósiles en Colombia.

Durante la reciente campaña estadounidense el hoy presidente Joe Biden y su fórmula Kamala Harris se fueron lanza en ristre contra el fracking. A menos de un año en el poder, el precio del combustible en los Estados Unidos está por las nubes y esa es una de las razones por las que la popularidad del mandatario ha caído vertiginosamente.

Sin petróleo, las finanzas públicas colombianas -que quedaron suficientemente lesionadas- se irán al traste y el país volverá a aquellos años en los que su subsistencia dependía del agro, con el agravante de que la competencia le ha cerrado buena parte de los espacios a los productos nacionales.

¡Que tiemblen los ricos colombianos! Muchos creen que lo de Petro puede ser “manejable” y que no hay que caer en un pánico innecesario. Están como los avestruces, enterrando sus cabezas en la arena para no ver lo que sucede en el entorno. Su desidia y complacencia les pasará factura. Con Petro en el poder, nadie gana. La democracia se volverá pedazos y los primeros en perderlo todo serán los poseedores de grandes capitales.

@IrreverentesCol

Publicado: octubre 26 de 2021

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