Aun resuenan en el ambiente las palabras de Roberto Prieto cuando recién estalló el escándalo de Odebrecht: “yo no he querido monetizar mi relación de amistad con el presidente Santos”.
Las pruebas recaudadas por la fiscalía general de la nación desmienten esa afirmación.
Prieto, junto a otras 11 personas, entre ellas el director de la Agencia Nacional de Infraestructura -ANI, Luis Fernando Andrade y los misteriosos Esteban Moreno y Andrés Sanmiguel tendrá que cumplir una cita con la justicia para responder por el delito de lavado de activos.
Nada de lo revelado por la fiscalía es nuevo. Desde hace más de 3 años se ha venido denunciando en distintos medios de comunicación la manera como Prieto, valiéndose de su cercanía con Santos, amasó una gran fortuna promoviendo multimillonarios contratos y facilitando la adjudicación de monumentales obras de infraestructura en el país.
Los enredos de Prieto, que ahora se enfrenta a una nueva condena de 15 años de prisión, son cada vez mayores.
De acuerdo con la fiscalía general, hay suficientes pruebas que apuntan a que el hombre de confianza del expresidente Santos estuvo involucrado en actos de corrupción en por lo menos 2 megaproyectos en los que participó la cuestionada Odebrecht.
La primera prueba del maridaje de la multinacional brasilera con Santos, fue revelada en exclusiva por LOS IRREVERENTES cuando se confirmó que esa esa empresa había pagado alrededor de $450 mil dólares para la impresión de 2 millones de afiches en la campaña presidencial de 2010.
Es evidente que Prieto -que fue condenado y actualmente está privado de la libertad por un delito que no tiene relación ninguna con el caso Odebrecht- ha estado a salvo de la acción de la justicia gracias a su cercanía y amistad con el presidente Santos. Al exmandatario, evidentemente no le conviene que su ‘mano derecha’ termine enredado, pues la gran beneficiaria de ese delito fueron sus empresas electorales de 2010 y 2014.
La fórmula de “me acabo de enterar” utilizada por Santos para negar el amalgamiento de sus campañas y su gobierno con Odebrecht está agotada. Las interceptaciones legales que hay a las llamadas telefónicas que Roberto Prieto sostuvo con la entonces primera dama, María Clemencia Rodríguez, con el contratista Eduardo Zambrano y algunos asesores de la Casa de Nariño, indican que él -Prieto- estaba empleándose a fondo para tapar el escándalo y salvar a Santos, en palabras suyas, “del peor problema de su vida”.
Prieto, que ha sido amigo y socio del expresidente durante muchos años, conoce su temperamento y su talante. Sabe, como nadie, que él es un traidor que, en aras de salvar su propio pellejo, lo repudiará y, si es del caso, lo tirará al foso de los leones.
Así que el único camino medianamente viable que le queda al encartado Roberto Prieto Uribe es el de hacer un alto en el camino y explorar un principio de oportunidad ante la fiscalía.
Por su bien y por el bien de Colombia, es importante que se conozca realmente qué fue lo que sucedió en el caso Odebrecht. Quiénes participaron, cuánto dinero se movió y, sobre todo, si efectivamente el señor Juan Manuel Santos estuvo o no enterado de los pormenores de esa empresa criminal.
La justicia cojea, pero llega. Y a Roberto Prieto se le cerraron todos los caminos. Si no colabora con la justicia, se expone a pasar largos años tras las rejas, mientras su amigo, confidente y compinche, seguirá pavoneándose por el mundo, exhibiendo su Nobel de Paz.
Publicado: febrero 23 de 2021
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