Apareció en el departamento de Santander una valla que tiene profundamente molestos a los directivos del Centro Democrático.
Una de las principales características del partido del presidente Uribe es, precisamente, la disciplina y la coherencia. Cuando se resolvió que las listas a Senado y Cámara de Representantes serían abiertas, se impuso la condición de que los candidatos seleccionados debían observar un comportamiento ejemplar durante la campaña.
Edwin Ballesteros es un político santandereano sobre el que pesan muchos cuestionamientos. Tan pronto hizo pública su aspiración a la Cámara, fueron muchas las voces que se opusieron a que el CD le concediera el aval, habida cuenta de los escándalos que lo rodean.
A pesar de aquello, Ballesteros se salió con la suya y terminó incluido en el tarjetón.
Lo que nadie se imaginaba era que la lealtad de ese cuestionado sujeto con el partido iba a durar menos de dos semanas, como en efecto sucedió.
En una carretera de Santander, apareció una valla en la que Ballesteros se promociona a si mismo y promociona a Daira Galvis, quien es candidata al senado por Cambio Radical.
Resulta inaceptable el comportamiento de ese aspirante. El Centro Democrático, partido que generosamente lo está avalando, tiene 60 candidatos al senado. ¿Ninguno de ellos le sirve a Ballesteros, razón por la que se fue a hacer alianzas politiqueras con una candidata de otro partido?
Diversas voces del Centro Democrático demandan una sanción contra el aspirante y exigen que aquellos que promovieron el nombre de ese individuo pongan la cara y asuman la responsabilidad por ese aval.
Lo cierto es que ese tipo de comportamientos, que son propios de los más sucios politiqueros, le deslucen a un partido con la relevancia y trascendencia del Centro Democrático, colectividad que ha dado sobradas muestras de coherencia y verticalidad.
Publicado: enero 22 de 2018