Presentaban al ministro de Justicia como un hombre serio, con conocimiento de la rama, con capacidad y, sobre todo, visión.
Su primera intervención desmonta cualquier percepción positiva que pueda tenerse sobre Néstor Osuna quien se estrenó con un paquete de medidas “restaurativas” con las que pretende que los delincuentes, en vez de pagar cárcel, reparen a sus víctimas. y para sustentar su iniciativa, que aún no ha sido presentada en el Congreso, puso un desafortunado y risible ejemplo: un sujeto que robe un celular y sea detenido en el acto, tendría que devolver el aparato y, además, pagarle a la víctima seis meses de servicio de telefonía móvil. De esa manera, se salvaría de ir a prisión.
Un observador desprevenido afirmaría sin temor a equivocarse que la idea emanó en un debate de estudiantes de primaria. Quedaría estupefacto al ser informado sobre su error pues el promotor de aquella propuesta es nadie menos que el ministro de Justicia de un país con los índices de inseguridad y criminalidad que registra Colombia.
Más que una mala ocurrencia , es una verdadera majadería que permite prever la falta de preparación de quien tiene en sus manos uno de los ministerios más importantes de Colombia.
Desafortunadamente Osuna no es el único ministro indocto al servicio de Gustavo Petro. Los llamados a trazar y poner en marcha las políticas públicas en su inmensa mayoría son personas sin experiencia, conocimiento ni manejo político. Los ejemplos abundan: la filósofa que fue nombrada en Minas, la jefe comunista que lleva las riendas de Trabajo, el falsificador de expedientes judiciales que ejerce como ministro de Defensa, el politiquero y plagiador de Transporte, la extremista de Cultura, la fundamentalista de Salud que quiere acabar con las EPS. Y así hasta completar todo el gabinete.
Colombia está urgida de una reforma a la justicia profunda. Es una asignatura pendiente que viene heredándose de gobierno a gobierno sin que ningún presidente haya sido capaz de sacar adelante las normas necesarias. Acompañada de la reforma, debe ir una gran política de lucha contra la criminalidad y de seguridad ciudadana. ¿En serio el ministro Osuna cree que su propuesta disuadirá a los ladrones de celulares? Los colombianos, más que propuestas “bizarras”, necesitan acciones concretas y eficaces contra la criminalidad.
Las medidas restaurativas son importantes y deben ser tenidas en cuenta en casos puntuales, pero con rigor y con las limitaciones correspondientes. El abogado Francisco Bernate, presidente del colegio de abogados penalistas, ha dicho que “la justicia restaurativa no aplica en casos de delitos violentos o personas reincidentes”.
Es claro que hay un problema de hacinamiento en las cárceles en buena medida por cuenta de las detenciones preventivas ordenadas por jueces de garantías, decisiones que van en contravía del espíritu de la constitución y las normas penales que apuntan a que las personas, con las salvedades obvias, puedan defenderse en libertad.
Pero el problema carcelario no se resuelve con soluciones vacías e insensatas como la que ha hecho el ministro Osuna. Más bien, debería concentrarse en continuar con la construcción de cárceles, proyecto exitoso que emprendió el gobierno del presidente Iván Duque.
Publicado: agosto 26 de 2022
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