Francisco José Tamayo Collins: Pausa Olímpica

Me remito a los inicios de la poesía coral en Grecia, cuando Píndaro creó el epinicio, que no era otra cosa que un poema dedicado a los campeones de los juegos panhelénicos de aquella época, la mayor cita deportiva de la antigüedad, insigne cuna de los Juegos Olímpicos de nuestros tiempos.

Actualmente, las secciones deportivas de los periódicos del mundo entero, son descendientes directas de tan elocuente tributo lírico. El epinicio podía ser formal, cuando era solicitado por quienes acompañaban al nuevo campeón y era entregado por el artista días después de las justas; o de ofrecimiento, cuando salía de las manos del poeta en la propia pista, ante la hermosura de la gesta que acababa de ver con sus propios ojos, proeza que lo impulsaba a escribir versos espontáneos dedicados al ganador en el fragor de la competencia.

Las líneas de la columna de hoy van dedicadas a los ocho medallistas olímpicos colombianos de este año, tres de los cuales mejoraron su actuación de Londres 2012: el pesista Óscar Figueroa, que a su medalla de plata londinense sumó ahora la de oro en Rio, en la categoría de 62 kilogramos; la preciosa Caterine Ibargüén, que igualmente alcanzó la cima del pódium, ratificando su condición de número uno del planeta tierra en salto triple en los últimos 4 años, y regalándole a Colombia su primer oro en atletismo, con su impresionante salto de 15.17 metros; Yury Alvear, que convirtió en plata el bronce alcanzado en la capital británica, tras feroz combate de yudo en la categoría de 70 kilogramos.

En BMX nos consolidamos como potencia, pues la reina de las pistas desde hace una década, Mariana Pajón, se convirtió en bicampeona olímpica, primera mujer latinoamericana en conseguir dos medallas de oro consecutivas a lo largo de la historia; y mantuvimos la medalla de bronce en la final masculina, con Carlos Ramírez, joven bicicrosista antioqueño de 22 años, quien por apenas unos centímetros ganó el foto-finish en la línea de meta, izando la bandera de Colombia en medio de la emoción y el llanto.

El boxeo, deporte que tiene a sus mejores hijos en los lugares más remotos y pobres de Colombia, nos dio dos medallas en la cita carioca: en peso mínimo, una de plata con Yuberjén Martínez, fruto de toda una vida de sacrificios y disciplina, y la de Ingrit Valencia, luchadora incansable, de extracción humildísima, que además celebró la medalla con su esposo, quien es también su entrenador, hecho inédito en nuestro país que da más méritos a este logro.

Finalmente, el pesista Luis Javier Mosquera, que había terminado cuarto en la categoría de los 69 kilogramos, se colgó la medalla de bronce, luego de la descalificación de quien había terminado tercero.

La gran lección de estos deportistas de élite para todos nosotros es clara: haciendo la tarea, lejos de los medios y las adulaciones, metidos en los entrenamientos, en silencio, madrugando, siguiendo una rigurosa planeación, cumpliendo cada una de las metas trazadas, se logran los resultados.

Cuando conocemos las historias detrás de cada uno de ellos, encontramos un denominador común: la convicción de que se puede lograr lo que cada quien se propone; que nada es fácil para quien desea ser el número uno, porque estar en el lugar más alto significa dar la milla extra, sin atacar a los demás; que no hay excusas ni espacio para la corrupción ni para las intrigas; que en Colombia existen seres humanos honestos, merecedores del máximo respeto; y por encima de todo, que tenemos un país que no se rinde, dispuesto a salir adelante.

Ojalá que en lugar de palabras vacías, se incremente el presupuesto de inversión en deportes, a fin de mejorar la infraestructura para que millones de niños colombianos puedan contar con escenarios dignos que los alejen del vicio, la promiscuidad -que genera embarazos adolescentes- y la peligrosa vagancia en los parques.

Con todo respeto: cerremos nuestros ojos y elevemos nuestras oraciones a Dios, para que nos acompañe en el reto que nos presenta la actual coyuntura. Con la fuerza de los argumentos, enfrentemos la mentira y la falacia del socialismo del siglo XXI, asesino de la democracia. Nuestra solidaridad con los defensores de la Libertad donde quiera que se vea atacada.

Por amor a Colombia, #YoVotoNo.

 

@tamayocollins