Los nuevos mejores amigos

Los nuevos mejores amigos

Uno de los primeros encuentros que sostuvo el canciller Álvaro Leyva el día de la posesión de Petro fue con el vicepresidente para asuntos parlamentarios de Irán, Mohammad Hosseini, sancionado hace más de 10 años por la Unión Europea por perseguir despiadadamente a la prensa iraní. 

En 1975, tres años antes de la llamada ‘revolución islámica’, Colombia estableció relaciones diplomáticas con Irán, país que desde 1984 fue calificado por EE.UU. como “Estado Patrocinador del Terrorismo”.

En los años 80 el régimen confesional de los ayatollah abrió su embajada en Bogotá, sede diplomática que no ha estado exenta de escándalos y cuestionamientos. En dicha misión laboran 4 funcionarios de rango diplomático sin que se sepa, a ciencia cierta, qué hacen y cuáles son sus funciones reales, pues el intercambio comercial entre Colombia y la nación persa es casi nulo, como lo son los asuntos migratorios y de intercambio cultural. 

Durante los diálogos de ‘El Caguán’ -gobierno Pastrana-, el país se sorprendió con una noticia que resultó en extremo exótica: Irán se disponía a donar U$5 millones de dólares para la construcción de un frigorífico en el municipio de San Vicente (¡!). 

El proyecto fue presentado con bombos y platillos. Se dijo que el complejo tendría la capacidad de producir poco más de 20 mil toneladas de carne al año. Evidentemente el propósito de los iraníes, tan cercanos a las estructuras terroristas internacionales, era otro.

En el computador de ‘Raúl Reyes’ hay múltiples evidencias de las buenas relaciones de las Farc con Irán. En un correo del 19 de mayo de 2000 se refiere a una reunión agendada con iraníes en la ciudad de Quito: “Existe una cita para el 15 con los iraníes en Quito. Si logramos que los libios nos reciban en Quito del 5 al 10, podemos considerar hacer el compromiso con ellos…”, le escribió el jefe de las Farc a su “canciller” alias “Rodrigo Granda”. 

Libia e Irán tienen un amplio prontuario de colaboración y venta de armas a organizaciones terroristas internacionales.

Tan pronto se produjo la victoria de Petro, el canciller iraní le envió un sentido mensaje de felicitaciones en el que se lee: “La República Islámica de Irán al saludar y congratular al pueblo de Colombia por participar en las elecciones presidenciales en un ambiente libre y democrático, felicita la victoria del Señor Gustavo Petro como presidente Electo y le desea éxito para él y el pueblo de Colombia, en el camino de desarrollo y bienestar”. 

La felicidad iraní empezó a materializarse con el envío del vicepresidente de ese país a la posesión del nuevo presidente colombiano. 

El gobierno de Vladimir Putin también se apresuró a abrazar al gobierno socialcomunista que acaba de entrar en funciones. 

Durante la administración de Iván Duque las relaciones con Rusia fueron tensas por cuenta de las actividades de espionaje que adelantaron funcionarios de la embajada de ese país, y por la participación de enviados de Moscú en los desmanes violentos liderados por la extrema izquierda. 

A comienzos de diciembre de 2020 el gobierno Duque expulsó a dos miembros de la delegación diplomática rusa al confirmar que esos funcionarios estaban desarrollando actividades de inteligencia en unidades militares y buscaban información privilegiada sobre la producción de recursos naturales. Igualmente, se pudo determinar que los expulsados tenían una estrecha relación con los cabecillas de la llamada ‘Primera Línea’ en Cali, ciudad que más sufrió el azote terrorista durante el mal llamado “estallido social”. 

El apoyo ruso a la narcodictadura venezolana es evidente. Putin se ha convertido, de lejos, en el principal aliado de Maduro. Gracias al respaldo de Moscú la satrapía chavista ha podido mantenerse a flote. 

Para Rusia, Venezuela es un lugar estratégico en sus cada vez más tensas relaciones con los Estados Unidos. 

El Kremlin se ha valido de Venezuela para mostrarle los colmillos a Washington. En 2008, cuando los Estados Unidos aumentó su apoyo a Ucrania y a Georgia, Putin no dudó un segundo en ordenar el despliegue de poderosos bombarderos TU-160 para adelantar ejercicios navales en el Caribe venezolano. 

Ahora, con el gobierno de Petro, el embajador de Rusia en Bogotá corrió a anunciar la voluntad de su país de brindarle cooperación militar a Colombia. Un rodamiento adicional al nuevo eje que está construyendo el canciller Leyva Durán. 

No es una coincidencia que la oferta rusa se haya producido horas después de que el ministro de Defensa de Venezuela Vladimir Padrino -buscado por la justicia de los Estados Unidos- notificara el restablecimiento de las relaciones militares colombovenezolanas. 

“Dado el nuevo escenario nacional que vive Colombia es momento ya de retomar responsabilidades y de trabajar en conjunto… mucha prudencia, mucho tacto y mucho ojo abierto para que asumamos las nuevas realidades en la frontera con Colombia”, dijo Padrino.

Es fácil prever que esa reconstrucción de relaciones con Venezuela tendrá como condicionante la no formulación de preguntas relacionadas con la protección que el régimen de Maduro da a narcoterroristas colombianos, como ‘Iván Márquez’ quien supuestamente se encuentra agonizando en un hospital de Caracas.  

Giro de 180 grados en las relaciones internacionales colombianas. El nuevo gobierno empezó marcando distancia de los Estados Unidos al anunciar un replanteamiento en la lucha contra las drogas, mientras tiende puentes con Irán, Rusia y Venezuela. Aún falta ver cuál será la actitud frente a China y Turquía. Y todo esto en menos de una semana de gobierno. 

@IrreverentesCol

Publicado: agosto 11 de 2022

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