¡Libre!

¡Libre!

Culminaron 64 días de secuestro. El presidente Uribe ha recuperado una libertad que jamás debió habérsele arrebatado. 

Durante estos dos meses de injusta privación de libertad, el país ha podido conocer en detalle el expediente. Sin manipulaciones, ni interpretaciones de ninguna naturaleza. Durante largos meses, uno de los agentes mediáticos del antiuribismo, habilidosamente y con el oscuro propósito de manipular a la opinión pública, se dio a la tarea de publicar breves extractos de las piezas procesales, con el propósito de recrear una verdad amañada que en nada se compadece con los hechos. 

Este tiempo, ha servido para descorrer el velo y poner en conocimiento del país el burdo montaje que fue erigido en contra del presidente Uribe. Testigos falsos, magistrados instructores que en realidad son unos vulgares contratistas del régimen santista, interceptaciones telefónicas realizadas de forma ilegal y violaciones de toda naturaleza a los derechos del expresidente Uribe, tal y como constató el ahora fiscal del caso, doctor Gabriel Jaimes. 

Durante un mes, estuvo instalada la diligencia para la solicitud de la libertad del presidente Uribe. El asunto, le correspondió a una juez novata y sin mayor experiencia en el manejo de ese tipo de audiencias. Hay que decirlo: hubo momentos en los que la discusión se le salió de las manos a la jueza quien no pocas veces intervino con voz trémula y tono de subordinada, sobre todo cuando le correspondía atajar las rabulerías y desmanes del señor Eduardo Montealegre, quien debutó en el litigio penal poniendo en evidencia su naturaleza atarvana y ruin. 

Después muchos ires y venires, de levantameintos, consultas y toda suerte de procedimientos, por fin llegó el momento de decidir el asunto.

Tanto la fiscalía como el ministerio público, llegaron a la misma conclusión de la defensa del señor expresidente Uribe: debe decretarse la libertad del procesado, toda vez que él no ha sido imputado bajo las reglas establecidas por la ley 906. 

Así mismo, las tres partes -defensa, fiscalía y procuraduría- coinciden con suficientes y concluyentes argumentos, que la indagatoria tramposa que el magistrado-contratista Cesar Augusto Reyes le practicó al doctor Uribe, no tiene semejanza de ninguna naturaleza con una audiencia de imputación de cargos. 

Con todos los elementos argumentativos, legales y jurisprudenciales puestos de presente, la señora jueza 30 de control de garantías acogió la solicitud elevada por los defensores del doctor Uribe y ordenó su inmediata libertad.

¡Uribe está libre! No es momento para celebrar, pues el epílogo de una injusticia no debe ser motivo distinto que el de la indignación. El secuestro que acaba de terminar, es el monumento más grande que se le haya hecho a la politización de la administración de justicia. Ha quedado de presente la fétida podredumbre de la rama judicial de nuestro país.

Y aquel no es un asunto que se pueda tratar con pañitos de agua tibia y un leve analgésico de venta libre. Acá hay que entrar a recomponer a la justicia desde sus más profundos cimientos. No puede quedar nada de lo que hay ahora. Si no se reconstruye a esa rama del poder, nuestra democracia sucumbirá y el poder seguirá en manos de cuatreros disfrazados con togas, de traficantes de influencias que fungen como exfiscales generales de la nación -concretamente Montealegre y su consorte Perdomo- y de operadores del crímen organizado que han escapalo posiciones hasta llegar a ocupar un asiento en la corte suprema de justicia. 

Bienvenido sea el presidente Uribe a la libertad. Sus luces son definitivas en este momento tan difícil por el que atraviesa el país. Su liderazgo es imprescindible, pero él debe entender de una vez por todas que además de su ejercicio político, es prioritario que se concentre en atender todos las farsas judiciales que se han fabricado en su contra para ponerle fin a esa infamia y proteger lo más sagrado que puede tener un hombre: su honor. 

@IrreverentesCol

Publicado: octubre 10 de 2020

5 comentarios

Los comentarios están cerrados.