El santista Roy Barreras no da puntada sin dedal. Su fidelidad al régimen corrupto de Juan Manuel Santos no fue gratuita ni desinteresada. Él no se convirtió junto a Armando Benedetti en el pilar del anterior gobierno por convicción ni por compromiso con la paz, como ha dicho en distintas oportunidades.
Barreras es, sin lugar a dudas, la muestra viviente de lo más deplorable, cochino, corrupto y deleznable de la política colombiana.
Se ha movido al vaivén de las circunstancias, acomodándose interesadamente para sacar provecho personal.
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La fiscalía de Néstor Humberto Martínez tiene un compromiso irrenunciable de perseguir a los corruptos, estén donde estén, sin importar si se trata de personas poderosas –como Armando Benedetti-, ricas –como Carlos Mattos- o peligrosas –como Roberto Prieto o Alex Vernot-.
Una de las más importantes decisiones de la justicia fue la de ordenar la captura de Guillermo Grosso y una de sus compinches, la exfuncionaria de la superintendencia nacional de Salud, Eva Katherine Carrascal.
En criterio de la fiscalía general, “uno de los temas priorizados es garantizar la integridad del sistema de salud de los colombianos y velar por el buen manejo de los recursos destinados para ello. El grupo de trabajo especial de salud, logró establecer la existencia de una presunta red delincuencial conformada por al menos cuatro personas quienes se habrían concertado para manipular el sistema de salud valiéndose de los altos cargos que ocupaban en entidades que vigilan ese sector”.
Se ha sabido que el senador Roy Barreras, desde hace mucho tiempo le puso el ojo a los recursos de la salud, razón por la que –así él cínicamente lo niegue- se encargó de poner a recomendados suyos en distintos cargos y entidades clave. Uno de sus principales “ahijados” es, precisamente, el capturado Guillermo Grosso quien se desempeñó como gerente interventor de la EPS, Saludcoop, luego de que esta empresa le fuera quitada al también capturado Carlos Gustavo Palacino.
Grosso, deberá responder por los delitos de concierto para delinquir y cohecho por dar u ofrecer.
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Pero aquel sujeto no fue el único protegido de Roy Barreras en el sector salud. Otro amigo suyo, Mario Andrés Urán Martínez fue nombrado por Santos en la dirección de la muchas veces saqueada Caprecom.
5 años después de la llegada de Urán a Caprecom, el entonces procurador general de la nación y hoy embajador ante la OEA, Alejandro Ordóñez, alertó al país por la desaparición de la astronómica cifra de $5 billones de pesos.
El desangre tuvo una consecuencia obvia: la desaparición de Caprecom, entidad pública que tenía más de 3 millones de afiliados en 700 sedes a nivel nacional.
Andrés Urán, el protegido de Barreras, estuvo 2 años al frente de aquella EPS y es investigado por la desaparición de más de $900 mil millones de pesos. Lastimosamente, la justicia no ha avanzado en la investigación contra ese sujeto.
Lo cierto es que mientras la salud de los colombianos era saqueada con el concurso decidido de personas allegadas a Roy Leonardo Barreras, el fogoso senador santista afianzaba un lujoso estilo de vida. Basta recordar el robo de una caleta con miles de millones de pesos en efectivo que Barreras tenía en un apartamento en la ciudad de Cali, caleta que era vigilada por un conductor de su entera confianza.
Al igual que Benedetti, Roy Barreras ha tenido en la corte suprema –su juez natural- un aliado de primer nivel. No hay un solo magistrado que se haya atrevido a investigarle su patrimonio, ni sus alianzas con los más peligrosos saqueadores de los recursos de la salud, como en efecto son sus prohijados políticos Mario Andrés Urán y el recientemente capturado Guillermo Grosso.
Publicado: octubre 29 de 2018
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