La ropa sucia…

La ropa sucia…

No son pocas las personas del alto gobierno y del Centro Democrático que han expresado su desconcierto por cuenta de las destempladas declaraciones del representante a la Cámara, Gabriel Santos, quien han fustigado de manera descomedida al presidente de la República por cuenta de la decisión de ampliar su coalición de gobierno.  

En palabras de Santos, Duque estaría incumpliendo su promesa de campaña de romper con la relación transaccional con el congreso. Aquel señalamiento parte de una premisa mentirosa, pues repetidamente, desde la presidencia de la República se ha dicho que cualquier acuerdo con nuevos partidos, debe estar sustentado sobre un acuerdo político específico, pensando en darle impulso al programa de gobierno. 

No se sabe a ciencia cierta, hasta qué punto los ataques de Gabriel Santos al gobierno de Duque son una retaliación por la salida de su padre, Francisco Santos, de la embajada en Washington.

Un alto funcionario del gobierno, le confirmó a LOS IRREVERENTES, que la voluntad del presidente Iván Duque era la de que Pacho continuara como embajador en Washington, pero desde la oficina del Secretario Mike Pompeo se envió un mensaje claro y contundente en relación con la inconveniencia de que él continuara en el cargo. 

La situación resultaba insostenible, pues la grabación de Santos despachándose contra el departamento de Estado, causó una lesión irreparable. 

Nadie desconoce, ni mucho menos, la importante labor adelantada por el embajador Santos. Su presencia en la capital estadounidense, revitalizó las relaciones de Colombia con ese país. Así mismo, las cifras en materia de ayuda, aumentaron drásticamente como consecuencia de la buena gestión del jefe de nuestra delegación diplomática. 

Deslucen los ataques de Gabriel Santos al gobierno nacional. Su calificación de que las acciones emprendidas por el Ejecutivo son una manifestación de politiquería, no son en absoluto justas y resultan un tanto contradictorias. 

Basta con recordar el papel que jugó Francisco Santos durante las elecciones de 2018, cuando se encargó de promocionar las listas abiertas del Centro Democrático a la Cámara de Representantes, hecho que abrió un boquete inaudito que saturó de politiqueros a la colectividad del presidente Álvaro Uribe. 

La salida de Francisco Santos de la Embajada en los Estados Unidos, es una gran pérdida para el gobierno y para el uribismo en particular. Su labor fue estupenda, pero desafortunadamente la situación causada por la interceptación ilegal de la cual fue víctima, obligó a que su renuncia al cargo fuera impostergable. 

El epílogo de la gestión diplomática del embajador Santos no puede ser, ni mucho menos, una pataleta protagonizada por su joven hijo Gabriel, quien apenas está dando sus primeros pasos por el intricado camino de la política. Flaco favor le hace el congresista a su padre, quien debe dar muestras de grandeza, altura y, sobre todo, agradecimiento hacia el presidente Iván Duque que, contra viento y marea, en su momento tomó la decisión de que su embajador en los Estados Unidos fuera el doctor Santos, nombramiento que fue cuestionado dentro y fuera del uribismo. 

Tanto es el aprecio que el presidente Duque siente hacia Pacho Santos, que luego de que él presentó su dimisión, en aras de continuar con su participación en el gobierno, le ofreció nombrarlo como embajador en Canadá, dignidad que Santos declinó. 

En sus intervenciones públicas y privadas, el saliente embajador Santos ha sido generoso y agradecido con el presidente, por la oportunidad que le dio. No son ciertas las especulaciones que hacen ciertos sectores, en el sentido de que Pacho regresará al país a liderar una suerte de “oposición” contra el gobierno. Quienes conocen su talante, saben que él es un hombre noble y, ante todo, decente. Por eso, el desconcierto que han generado las erráticas expresiones de su hijo Gabriel. 

Nadie pide que el parlamentario Santos guarde silencio frene a las acciones del gobierno con las que él no esté de acuerdo. Pero hace mal, muy mal, al elevar su voz en contra del presidente Duque, precisamente en este momento, cuando la tinta de la carta de renuncia de su padre, aún no ha terminado de secar. 

El representante Gabriel Santos, debería aprender que la ropa sucia se lava en casa, razón por la que sus dudas o inquietudes, bien podrían ser tramitadas de manera prudente, y no con el tono de amargura que se nota en sus más recientes expresiones en contra del gobierno del que su padre ha servido como diplomático.  

@IrreverentesCol

Publicado: enero 29 de 2020 

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