La ropa sucia se lava…donde sea

La ropa sucia se lava…donde sea

El desespero del gobierno es evidente. Ante la catástrofe que se vive en el país, los más obsecuentes corifeos de Santos se han dedicado a mentir y a tratar de silenciar a la oposición, al precio que sea.

La salida más reciente, se constituye en un claro retrato de la dramática situación del gobierno. Al enterarse de que el presidente Uribe asistiría a la ciudad de Atenas para participar en un foro, la cancillería puso al embajador de Colombia ante el Reino Unido a perseguirlo para tratar de amortiguar el impacto de las declaraciones que pudiera hacer quien hoy por hoy es el jefe de la oposición y la voz más oída en los escenarios donde se recibe con desconfianza el acuerdo celebrado entre Santos y los terroristas de las Farc. (Al respecto, lo invitamos a leer “Diplomacia santista”).

Desesperados, recurren a un argumento bastante reevaluado: que los expresidentes no pueden hablar de la política doméstica desde el exterior. En otras palabras, lo que el santismo pretende es que la oposición se preste para seguir engañando a la denominada comunidad internacional respecto de la situación real de nuestro país.

Con total desvergüenza, los embajadores de Santos riegan por el mundo un sartal de mentiras. Dicen que como consecuencia del acuerdo con la banda terrorista Farc, no habrá impunidad cuando es evidente que los responsables de los peores crímenes contra la humanidad no van a pagar un minuto de cárcel. Como mucho, recibirán sanciones pedagógicas y limitaciones de movilidad en amplias zonas del país. En concreto, los perpetradores de masacres, determinadores de secuestros masivos, ejecutores de atentados con bomba, traficantes de toneladas de alcaloides, tendrán como cárcel a Colombia y como condena ser congresistas.

El discurso oficial sostiene que la economía colombiana pasa por su mejor momento, cuando las cifras son elocuentes. El propio Banco de la República –entidad a la que el gobierno no podrá calificar como “enemiga de la paz”- reveló en días pasados que la inversión extranjera directa cayó en un 22.5%.

Se proyectaba un crecimiento económico del 3% y éste fue del 2%. Como están las cosas, este año, el crecimiento del PIB será de menos del 2%, una cifra francamente alarmante.

Para Santos, que ferió al Estado colombiano, que corrompió sus bases, que exacerbó el gasto público, nadie puede hablar de esas realidades en el exterior y menos el expresidente que ejerce como opositor suyo.

Ante el desenmascaramiento de que está siendo objeto el gobierno, pusieron al negociador Humberto de La Calle a decir que “la ropa sucia se lava en casa”, soslayando que en estos tiempos, cuando el mundo está perfectamente interconectado no importa dónde se origine una opinión, pues ésta en milésimas de segundo estará regada por el planeta entero.

Pero hay otro elemento que debe ser tenido en cuenta: la falta de garantías reales para ejercer la oposición en Colombia. Quienes no están alineados con el gobierno y su aplastante mayoría mediática y política –que no refleja la realidad social- es literalmente aplastado. No son pocos los casos de dirigentes políticos y periodistas que se oponen al régimen que han sido perseguidos judicialmente. Unos han resultado en la cárcel y otros forzados a buscar asilo en otros países.

La evidente falta de garantías hace que en Colombia no haya una “lavadora” para limpiar la ropa sucia de la que habla el artífice de la rendición del Estando frente a las Farc, el doctor Humberto de La Calle Lombana.

Para tratar de descalificar el papel del presidente Uribe, se ha caído en la trampa de asegurar que él es un apátrida por irse al exterior a “hablar en contra de Colombia”. Aquello es totalmente falso. Sus críticas no son al país, sino a las políticas erradas del gobierno.

Nunca ha planteado un derrocamiento del gobierno legítimamente constituido, ni ha invitado a que se rompa las relaciones diplomáticas con Colombia. El suyo, ha sido un llamado de atención frente a la realidad de nuestro país. Mientras el departamento de Estado de los Estados Unidos asegura que en nuestro país hay cerca de 200 mil hectáreas de coca, los embajadores de Colombia inducen a error a gobiernos extranjeros al decir que sólo hay 96 mil.

Un gobierno que persigue brutalmente a sus opositores, que silencia las voces críticas, que utiliza el presupuesto público para sobornar políticos y que utiliza al servicio diplomático para desinformar, no puede pretender que aquellos que se resisten a sus arbitrariedades guarden silencio. Así le irrite al presidente Santos, la ropa sucia se lava donde sea.

@IrreverentesCol

Publicado: junio 12 de 2017