La llegada del capo

La llegada del capo

La DEA, la Fiscalía de EEUU y el Departamento de Estado señalan a Timochenko de traficar 2500 toneladas de cocaína.

La llegada a Colombia del jefe terrorista y capo del narcotráfico, alias Timochenko en avión privado y con todas las garantías de seguridad como si se tratara del arribo al país de un importante dignatario internacional, despertó la legítima indignación en millones de colombianos que han sido víctimas de la organización criminal de que la él es su máximo cabecilla.

Hace algunos años, cuando empezaba la aplicación de la Seguridad Democrática, Timochenko huyó cobardemente a Venezuela, dejando a sus subalternos enfrentando la implacable acción de la Fuerza Pública.

Protegido por Chávez, Maduro y el entonces ministro Rodríguez Chacín, armó su campamento en una finca en la región del Perijá y desde allí se concentró en el establecimiento de nuevas rutas para el tráfico de estupefacientes con la complicidad de algunos militares venezolanos de alto rango, miembros del denominado “Cartel de los Soles”.

De acuerdo con el Departamento de Estado, entidad que ofrece una recompensa de 5 millones de dólares por su cabeza, Timochenko “delineó la política de narcotráfico de las Farc, dirigiendo y controlando la producción, manufactura y distribución de cientos de toneladas de cocaína hacia los Estados Unidos”.

En 2006 el entonces Fiscal General de los Estados Unidos, en compañía de la directora de la DEA Karen Tandy y la Secretaria de Estado para lucha contra el Narcotráfico, Anne Patterson, anunció la existencia de evidencias suficientes para acusar ante los jueces federales a los miembros de las Farc, liderados por Timochenko. En ese entonces el Fiscal General aseguró que “las Farc son una de las más altas prioridades del Departamento de Justicia en nuestra lucha contra el tráfico de drogas. Durante muchos años esa organización ha controlado la producción y la distribución de copiosas cantidades de cocaína, razón por la que se ha elaborado una acusación formal en una corte federal de Washington D.C. contra 50 integrantes de las Farc por la comercialización de más de 25 mil millones de dólares en cocaína en los Estados Unidos y otros países”.

Aquella acusación era la más grande realizada en toda la historia de los Estados Unidos contra un cartel del narcotráfico, señalado de comercializar más del 60% de la cocaína que circula ilegalmente en los Estados Unidos. De acuerdo con la DEA, ese grupo terrorista es el responsable de la introducción a ese país de 2500 toneladas métricas del alcaloide.

De la Seguridad Democrática a La Habana

Asustado por la valerosa acción de las Fuerzas Militares colombianas, Timochenko encontró refugio en Venezuela hasta el momento en que Juan Manuel Santos asumió la presidencia y resolvió convertirlo en su interlocutor político con la bendición de Hugo Chávez.

Con toda la tranquilidad fue desplazado a Cuba para liderar, en la sombra, la negociación con el gobierno.

Desde la isla de los hermanos Castro comenzó a ejercer como dirigente político que concede entrevistas a periodistas colombianos y extranjeros que protagonizaron una vergonzosa romería para implorar un reportaje con el gran capo del narcotráfico colombiano.

Finiquitado el acuerdo, se decidió el retorno a Colombia de Timochenko para atender la conferencia de las Farc que tendrá lugar en los llanos orientales.

Resulta frustrante registrar que hace 12 años el jefe de las Farc salió de Colombia correteado por la Fuerza Pública y ahora haya regresado a nuestro país a bordo de un lujoso jet privado, colmado de una gloria concedida por decreto en La Habana, impune y convertido en un actor político. Todo aquello es una dolorosa bofetada a las miles de víctimas que han sufrido el rigor de la violencia de las Farc.

Político y extraditable

Una vez se produzca la consumación del proceso de paz, se firme y valide popularmente el acuerdo de La Habana, Timochenko, amo y señor de más de 20 zonas de despeje, líder de una bancada de 26 parlamentarios, propietario de 35 emisoras de radio y receptor de miles de millones del erario para la financiación de su partido político, tendrá una doble condición: dirigente político y extraditable.

Aunque los validadores del proceso de paz aseguren, sin evidencia alguna, que la justicia de los Estados Unidos va a borrar de un solo plumazo el prontuario de Timochenko y sus lugartenientes, lo cierto es que los procesos judiciales que hay contra ellos en las cortes de ese país están muy bien sustentados y existen las evidencias suficientes que indican que los jefes máximos de las Farc son los cerebros de una de las más grandes operaciones de tráfico de estupefacientes que se ha registrado en la historia.

Cuando Pablo Escobar fue congresista, aún no estaba solicitado en extradición. No obstante, aquel episodio aún avergüenza a Colombia. 30 años después del ignominioso paso del jefe del Cartel de Medellín por el Capitolio, los colombianos tendrán que soportar con absoluta vergüenza que el responsable de los más espantosos crímenes que se han cometido en nuestro territorio y que además es considerado como un peligroso capo del narcotráfico, funja como jefe político que se desplaza a lo largo y ancho del país en lujosos aviones privados, tal y como en los 80 hacía Escobar.

@IrreverentesCol