La ley que olvidaron

La ley que olvidaron

Me he referido en varias oportunidades en este blog al doloroso tema del aborto. Vuelvo ahora sobre el asunto a raíz del fallo que ayer anunció la Corte Constitucional, que es es en realidad una Corte Dictatorial, que dispone despenalizarlo hasta las 24 semanas de gestación y mantiene lo que ya venía rigiendo sobre tres causales que lo permiten más allá de dicho término.

Reiterar la argumentación en contra del aborto parece que sea hoy llover sobre mojado. La ideología que lo sustenta está firmemente arraigada en la mentalidad de diversos sectores de nuestra sociedad, que no son mayoritarios, pero sí de enorme influencia.

Las encuestas indican que más del 60% de la opinión está en contra de la despenalización del aborto, salvedad hecha de casos extremos. Pero la mentalidad hegemónica no sólo lo admite, sino que al parecer lo celebra. Así, «El Colombiano» de hoy, que otrora fue un baluarte del pensamiento conservador y hoy milita en la cauda de los «progres», lo celebra con un titular entusiasta:»¡Histórico! Abortar ya no es delito en Colombia».

El ateo chileno (Alejandro Gaviria) se pronuncia en términos aún más exultantes: «Celebro la decisión de la @CConstitucional de despenalizar el aborto hasta la semana 24. Es un fallo histórico y un triunfo para las mujeres y la salud pública».

En mis estudios sobre la Teoría Constitucional he llamado la atención sobre el peso de las ideologías sobre el sistema jurídico. El caso colombiano ilustra con elocuencia sobre el asunto. La Corte Constitucional se lleva de calle la letra misma de la Constitución, así sea de claridad coruscante, en aras de las ideologías que están de moda, así no hayan pasado por el filtro de la aprobación democrática.

La inmensa mayoría del pueblo colombiano es católica y cristiana, lo cual significa que cree que sobre la ley positiva hay otra que le sirve de fundamento y la subordina, vale decir, la Ley de Dios. Pero los ateos que están enquistados en los altos escenarios de decisión sobre los grandes asuntos que interesan a la comunidad la niegan e incluso la rechazan con menosprecio. Si se la invoca para orientar el criterio sobre algún grave tema  que sea objeto de controversia, dicen que los argumentos religiosos no son de recibo en el debate público.

Ignoran que el núcleo mismo de toda civilización es de índole religiosa. Así, en lo que a la nuestra atañe, la idea de los derechos fundamentales hunde sus raíces en cierta concepción del ser humano al que se le reconoce su dignidad esencial como persona creada a imagen y semejanza de Dios. Si esto se niega, si se desconoce la realidad y el destino eterno del alma, lo que queda es un amasijo de células, y es esto lo que se predica de la criatura que está en gestación.

Hay un profesor de Princeton que acaba de recibir como premio un millón de dólares dizque por sus valiosos aportes al pensamiento filosófico. Se trata de Peter Singer, que al negar la racionalidad de los infantes legitima en sus escritos el infanticidio, con las mismas razones justificativas del aborto. Según su punto de vista, “la injusticia intrínseca de matar al feto tardío y la injusticia intrínseca de matar al bebé recién nacido no son nada distintas” . Vid. (PDF) Reflexiones sobre el aborto, el infanticidio y la eutanasia en Peter Singer (researchgate.net)

Hace años leí en «L’Express» un brillante reportaje con Raymond Aron, el más lúcido y valiente de los pensadores liberales del siglo pasado, en el que dijo de modo rotundo: «La civilización occidental marcha hacia su destrucción: ya quiere aceptar el aborto». Aron era judío, mas no religioso. Pero tenía claridad sobre el sustento moral de la civilización. 

Como lo señalaron Toynbee e Ikeda en un libro que comenté hace algún tiempo, el imperativo moral básico se traduce en lo que reza su título: «Elige la vida». Vid. Escoge La Vida – Arnold .J. Toynbee, Daisaku Ikeda | PDF | Homo Sapiens | Herencia (scribd.com)

La Iglesia Católica viene insistiendo en que la vigente es una «cultura de la muerte», expresión acuñada por San Juan Pablo II en la Encíclica «Evangelium Vitae» (vid. LA CULTURA DE LA MUERTE (religionyvida.com)¿Qué se entiende por «cultura de la muerte»? | Observatorio de Bioética, UCV (observatoriobioetica.org)).

Si nos detenemos en la ardua cuestión del bien y el mal, quizás podamos llegar a la conclusión de que el primero, fincado en la creación, busca la plenitud del ser humano, su perfeccionamiento, la santidad, mientras que el segundo lo frustra, lo destruye, lo aniquila. 

El aborto es un triunfo del mal. Los que lo promueven sufren un tremendo déficit espiritual. Siguen a Mefistófeles:

«MEFISTÓFELES
Soy el espíritu que siempre niega. Y lo hago con pleno derecho, pues todo lo que nace merece ser aniquilado, mejor sería entonces que no naciera. Por ello, mi auténtica naturaleza es eso que llamáis pecado y destrucción, en una palabra, el Mal.»(Fausto (Johan Wolfgang Goethe) – Libros Clásicos – Acanomas.com)

Jesús Vallejo Mejía

Publicado: febrero 24 de 2022

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