La derrota

La derrota

Tal vez el hecho de haber cosechado tantos éxitos en tan corto tiempo de vida, fue el factor que

no le permitió al partido Centro Democrático calcular que un revés como el del pasado domingo se avecinaba.

Porque una gobernación, 57 alcaldías propias (más cuatro en coalición), un buen número de concejales, Presidente de la República, y una importante bancada en el Congreso Nacional, era un capital suficiente como para creer que en las pasadas elecciones ese partido organizado y trabajador, podría haberse hecho con holgura, a importantes gobernaciones y a las alcaldías de las principales ciudades del país, sobre todo, a las de aquellas que desde un comienzo fueron bastión del partido.

Pero no, las cosas no salieron como se esperaba porque, aunque en estas elecciones prácticamente se dobló el número de votantes del 2015 y se ganaron 120 alcaldías propias y otras 71 en coalición, siete gobernaciones (3 de ellas compartidas) y un significativo número de curules, resultados todos maravillosos que, sin lugar a dudas, son fundamentales para el fortalecimiento del partido en el territorio nacional, hay que hablar de derrota puesto que, ninguno de los principales objetivos se alcanzó.

No haber podido conquistar la gobernación de Antioquia, ni la alcaldía de Medellín o la de Cali, Bucaramanga o Bogotá, por mencionar algunas nada más, es un gran descalabro, no solamente por el hecho de no tenerlas, sino por haber permitido que quedaran en las manos que quedaron, máxime, en el delicado momento en el que desde el vecindario nos anuncian que «la brisa bolivariana que recorre la región» se convertirá en un «huracán», refiriéndose a la cadena de disturbios y protestas que desde hace semanas registra América Latina, está por llegarnos.

El partido en su totalidad, como punto de partida y pensando en las elecciones de 2022, tiene que aceptar que los resultados, en términos generales, le fueron adversos. Tiene que reflexionar, autocriticarse y buscar responsables. Reconocer errores (muchos de ellos advertidos de tiempo atrás), corregirlos y rediseñar estrategias.

El presidente Duque, también tiene su cuota de responsabilidad en este fracaso y tendrá que deliberar sobre lo acontecido. Aunque está haciendo un buen gobierno pese a la nefasta herencia recibida, no ha sido bien calificado por muchos de sus electores (conservadores, cristianos, uribistas, etc.), como lo hemos visto reflejado en las encuestas. Resienten, entre otras, falta de carácter y que gobierne con santistas, y aprovecharon las elecciones para pasarle la factura al Centro Democrático.

Por fortuna, no solamente contamos en el partido con la sapiente guía del expresidente Uribe, para con quien solamente podemos tener palabras de agradecimiento por su incondicional entrega, sino también, con otros muy buenos elementos.

Tenemos tiempo de enmendar errores y por qué no, de organizar esa “Gran Alianza Republicana” que de tiempo atrás propone el jurista Rafael Nieto para el 2022, la única capaz de aguantar los embates de ese “huracán” que cada vez acecha con más fuerza.

@cdetoro

Publicado: noviembre 2 de 2019

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