Una sola palabra a los valientes miembros del ESMAD -tal vez la más bella del idioma español- para expresar el sentimiento que embarga a millones de colombianos que, con horror, han sufrido los estragos de la revuelta agresiva de los últimos días: ¡Gracias!
Su heroicidad durante estos momentos de desasosiego, preocupación y alteración del orden público, ha sido absoluta. Durante los desmanes y acciones violentas alentadas desde la extrema izquierda -específicamente por el irresponsable exterrorista del M-19, Gustavo Petro-, los miembros del ESMAD, obrando con absoluto profesionalismo, han logrado contener a los violentos, evitando que nuestro país se convierta en una réplica de Chile, donde la fuerza pública, fue incapaz de evitar el desborde de los antisociales.
Hasta el momento, se han registrado 300 casos de integrantes del ESMAD, brutalmente atacados por los desadaptados. Ante un atentado violento a un miembro de la Fuerza Pública, corresponde una reacción contundente, tal y como sucedió en el episodio del policía que fue golpeado en su cabeza, por una alevosa manifestante. La reacción del uniformado, fue totalmente legítima pues su integridad, claramente, estuvo en grave riesgo.
Era de esperar que la extrema izquierda, falsificara los hechos, editando dolosamente el video, para reclamar que se trataba de un caso de uso excesivo y desproporcionado de la fuerza. Al ver un video recortado, en el que solo aparece la imagen de un uniformado golpeando a una mujer, es fácil hacer un prejuzgamiento del caso, pero una vez se reproduce toda la escena, no queda espacio para las dudas ni para las interpretaciones: el policía fue atacado y él reaccionó en consecuencia.
Hace algunos años, en el aeropuerto de la ciudad de Miami, un policía abrió fuego contra un pasajero que anunció que llevaba un explosivo en el interior de su equipaje de mano. Ante el desafío, el oficial disparó contra el vociferante, quien murió de inmediato. Al revisar la maleta, se descubrió que no había ninguna bomba.
Pero en aquel caso, primó la seguridad del policía y de las demás personas que estaban cerca del desadaptado que profirió la amenaza. Así funciona el control de los antisociales en los países más civilizados del mundo.
Por eso, resulta desconcertante la reacción acomodada y poco clara del asesor presidencial, Rafael Guarín quien, en medio del zafarrancho y cuando los miembros del ESMAD estaban en las calles luchando a brazo partido para contener a los desaforados manifestantes que amenazaban hasta con ingresar a la residencia privada del presidente de la República, desde la comodidad de la Casa de Nariño se haya atrevido a prejuzgar al policía, yendo en contravía del propio ministro de Defensa, Carlos Holmes Trujillo.
Primero, las palabras del doctor Guarín -quien es un profesional serio y respetable-, no se compadecen con la verdad y resultan totalmente descomedidas con el miembro del ESMAD en particular y con la policía en general. Segundo: El desafortunado concepto de Guarín, se produjo en el peor de los momentos. Cuando los miembros de la policía están jugándose la vida en medio de una revuelta de gran magnitud, lo mínimo que esperan de los funcionarios gubernamentales y de sus asesores, es un mínimo de solidaridad y, sobre todo, que no se les condene a priori, sin fundamento ninguno. Y, tercero: porque el doctor Guarín, debe comprender que en las crisis, no es prudente ni sano, hacer declaraciones fanfarronas buscando algunas migajas de protagonismo. Los empleados de la Casa de Nariño, deberían hacer el esfuerzo de entender que, mientras no se supere esta situación de orden público, la vocería les corresponde única y exclusivamente a dos personas: el presidente de la República y el ministro de Defensa.
Respecto del caso del joven Dilan Cruz, quien resultó herido en medio de una de las refriegas que se presentaron en Bogotá durante el fin de semana, no es sano perder la perspectiva: los miembros del ESMAD, tienen el deber de contener a los manifestantes y todo aquel que toma la libre decisión de salir y sumarse a una refriega, corre riesgos y uno de ellos es el de ser un receptor de los efectos colaterales de las acciones de la Fuerza Pública.
En cualquier caso, el incidente con el joven Cruz, no tiene una motivación dolosa. Conduele su situación personal, pero no puede caerse en el error de apuntar con el dedo justiciero al integrante del ESMAD que aparece vinculado con ese lamentable episodio.
Publicado: noviembre 25 de 2019
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