Erradicación voluntaria ¿sí o no?

Erradicación voluntaria ¿sí o no?

Colombia está inundada de coca y no parece haber forma de detener el crecimiento de los cultivos ilícitos. Lo peor, es que no parece haber respuesta para contener la violencia que rodea estas plantaciones que tiene azotadas a varias regiones del País y pone en constante peligro la vida de miles de soldados y policías

Y sí, la opción más rápida, segura y efectiva es la fumigación con glifosato. De esta forma no se expone la vida de los uniformados que realizan la erradicación manual y se logran los mejores resultados. No en vano de 2001 a 2012, con esta técnica, las plantaciones ilegales pasaron de 160.000 a 48.000.

Sin embargo, también debemos ser realistas y entender que esa opción, hoy en día, está cerrada. Ni siquiera por decisión del propio Gobierno, sino por las infinitas trabas que puso la Corte Constitucional y que, por ejemplo, impidieron que la administración Duque prendiera los motores de las avionetas.

Sumado a esto, el actual Gobierno ordenó la suspensión de la erradicación forzosa para enfocarse, en cambio, en la erradicación voluntaria. Una decisión que tiene muchos bemoles y que debe ser analizada en detalle.

En efecto, para nadie es un secreto que la erradicación manual como se ha realizado durante los últimos años poco y nada ha servido. Si bien el desaforado ritmo de crecimiento de las plantaciones se logró detener, no hubo una disminución real debido a los altísimos niveles de resiembra que presentan estos cultivos.

En últimas, los resultados eran demasiado escasos, pero el costo en términos de vidas era altísimo. Mandar a los uniformados a erradicar manualmente la coca era igual a someterlos a una ruleta rusa. Un acto realmente inhumano que no tiene ningún sentido.

Ahora bien, esto no quiere decir que la erradicación voluntaria sea la solución mágica. De hecho, esta propuesta corre el alto riesgo de detener por completo la lucha contra el narcotráfico y que se repita lo ocurrido de 2012 a 2017, donde, en medio de las negociaciones de La Habana, los cultivos se dispararon y superaron las 200.000 hectáreas.

Por eso, habrá que ver cómo articula el Gobierno esta metodología. Las opciones institucionales deben lograr llegar hasta el fondo de las regiones y brindarle a los sembradores opciones más seguras y medianamente rentables que la coca. 

Un reto para nada fácil e, inclusive, imposible de logar para algunos, pero que puede llegar a servir. Podría utilizarse como ejemplo, por mencionar un caso, la estrategia utilizada en Nariño por Navarro Wolff, que llegó a ser tan exitosa que el propio Gobierno Nacional la replicó. 

Lo importante, sobre todas las cosas, es que las medidas que se tomen sean más eficaces que lo visto durante los últimos años y que no expongan de manera tan absurda y cruel a los uniformados a convertirse en carne de cañón arrancando una por una, a mano, las hojas de coca en las zonas más peligrosas del País.

@Tatacabello

Publicado: agosto 27 de 2022

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