En la mente del infiel

En la mente del infiel

Todo está en el cerebro. Desde la monogamia y sus orígenes antropológicos hasta la infidelidad. La evolución nos enseñó que las especies que solo tienen una pareja gastan menos energía y duran más años. La promiscuidad es dependiente de los mensajeros químicos, su concentración en el encéfalo y la forma como las proporciones de estos neurotransmisores influyen en el comportamiento y las decisiones.

El cerebro infiel pasa por tres etapas neurobiológicas. Se inicia con la conquista y la seducción, gestión de la dinastía de testosterona circulante. Le sigue una gran concentración de dopamina, la hormona del placer y de la gratificación. Esta inunda todos los circuitos y los sistemas de recompensa cerebral. Es la emoción, el gozo, dicha y la sumisión a la pasión. Se han despedido y a los dos minutos están conectados por teléfono. Se le llama periodo de obsesión. La amorosa pareja se comporta similar a los enfermos con trastornos compulsivos. Es la lujuria del enamoramiento…no se razona. Se reconoce por un comportamiento frenético en donde los amantes están en un calabozo pasional pues no pueden despegarse y antes cualquier pestañeo de libertad hay escenas de tormentosos celos. «No hay nada más doloroso que los cachos de una querida” dicen en el caribe sabanero. Previsivo, en la Montería de los 50, un “don Juan mayor” antes de llegar a sus siestas de mediodía, hacia sonar las cornetas de su bicicleta para que al vecino le diese tiempo de saltar la paredilla. 

La segunda fase depende de la oxitocina y esta es la hormona del amor, apego y el cariño. Le denominamos el periodo de vinculación. Se crean lazos y nace una preocupación genuina entre los amantes. Hay la imperiosa necesidad de amparar el futuro de la persona vinculada. La oxitocina es responsable del nacimiento del afecto y de la confianza. Es el tiempo en que, debajo de las sábanas, se comparten los íntimos secretos, se firman escrituras, se entregan herencias y nace la idea temeraria de abandonar todo: ¡incluyendo la familia! Es bien interesante como de la primaria relación lúdica -solo placer- se pasa a la erótica donde se pide más que un momento. Se abre la compuerta peligrosa que los psiquiatras denominan el “delirio de ser amado”.

Pasado este periodo y resuelven continuar con la relación clandestina, se ingresa al tiempo del secreto. Quieren seguir ocultos y esto genera mucha tensión sobre el lóbulo frontal, capitán de las decisiones. El estrés de la aventura escondida libera cortisol. Se produce reacciones autonómicas: se eleva la tensión arterial, aparecen las arritmias cardiacas y el amante cambia: no se le reconoce como el padre cariñoso que era en casa. Mal genio, estalla fácil y de gran irritabilidad. La rabia del infiel o las pataletas del culpable, la caricatura.

Los efectos adversos de la infidelidad y sus implicaciones psicológicas se comportan muy parecido a los del estrés postraumático. Hay 6 veces más posibilidades de presentar un cuadro depresivo y el sistema inmunológico se debilita haciendo al involucrado susceptible a las enfermedades. Es el ancestral dolor del alma que quema la autoestima de la compañera engañada que la empuja a caminos tormentosos.

Inaceptable que por razones políticas o por rebajas de penas o chantaje se viole el principio sagrado del respeto a la intimidad. La infidelidad y sus repercusiones atañe solo a las tres personas involucradas. Es una expresión más de violencia y de descomposición social cuando se mediatizan estas escenas de amores frustrados o equivocados. El país aturdido lo que necesita son propuestas sobrias y argumentos, no nos interesan los sucesos de cuernos, sus vulgares adornos ostentosos y groseros o clandestinos encuentros.

Diptongo: La inhabilidad la juzga la conciencia individual. Cuando se comprueba la responsabilidad en el mercado ruin de votos y la compra de conciencia se pierde la autoridad moral para desempeñar cualquier cargo de elección.

@Rembertoburgose

Publicado: febrero 24 de 2022

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