La Constitución y las leyes, no dejan espacio para las dudas: el manejo del orden público en todo el territorio nacional, es responsabilidad única y exclusiva del presidente de la República.
En medio de la grave crisis del Coronavirus, el gobierno decretó el estado de emergencia, con el propósito de asumir el control pleno de la situación y dictar las disposiciones a que haya lugar.
Este no es momento para vanidades ni para pulsos políticos, y quien tiene el deber de identificar y poner en marcha las estrategias para superar esta difícil situación, es el presidente de la República.
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Los actos de los alcaldes y gobernadores, deben estar coordinados y autorizados por el presidente de la República. En consecuencia, todas las decisiones que vayan en contravía de los lineamientos del gobierno, quedan sin vigencia de manera inmediata, pues es perentorio evitar que se generen confusiones.
La alcaldesa de Bogotá, Claudia Nayibe López había anunciado un confinamiento “pedagógico” en toda la ciudad, medida que debía empezar a regir el próximo viernes. Aquella decisión, que no fue ni coordinada ni autorizada por el presidente Duque, ha quedado sin vigor.
De forma inaceptable, la alcaldesa de Bogotá desautorizó al presidente de la República, reaccionando agresivamente a través de su cuenta de Twitter diciendo que ese simulacro fue consultado y coordinado con él y en tono desafiante y alevoso -común en ella-, puntualizó que “mañana [hoy] se expedirá y regirá obligatorio”.
En momentos críticos, cuando se requiere unidad nacional y respeto a las decisiones adoptadas por el presidente de la República, que es jefe de Estado y de Gobierno, las ruedas sueltas -como la agresiva Claudia Nayibe López- resultan nocivas.
Ella, no tiene licencia ni autoridad ninguna para desconocer las decisiones del primer mandatario y, en consecuencia debe atemperarse, respirar profundo, entender que es una simple alcaldesa y reconocer que, al decir popular, el que manda, manda.
Publicado: marzo 19 de 2020
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