La semana pasada, cuando la bancada ProFarc del Senado estaba a un voto para lograr su objetivo de hundir las objeciones presentadas por el presidente Iván Duque, en medio del desespero acudieron a Antanas Mockus, cuya elección como senador fue recientemente anulada por el consejo de Estado.
- Lo invitamos a leer Los artículos objetados han quedado hundidos.
Para la izquierda colombiana, Mockus es un ídolo, un maestro, un punto de referencia; en pocas palabras, un faro moral. No les importa que él mismo haya confesado haber participado en una operación de falsificación de cédulas cuyos destinatarios serían los cabecillas de la banda terrorista Farc, ni que haya celebrado multimillonarios contratos -todos de papel- con el cuestionado gobierno de Juan Manuel Santos.
El propio Mockus, cuando fueron descubiertos aquellos contratos, pretendió justificar la corrupción del gobierno Santos al decir que “para alcanzar la paz, fue necesaria la ‘mermelada’”.
El mismo que como candidato presidencial gritaba a los cuatro vientos que los “recursos públicos son sagrados”, elaboró una tesis rocambolesca para justificar el motivo por el que él y su fundación, fueron abusiva y millonariamente favorecidos con dineros oficiales.
Claro que Antanas Mockus es un maestro, pero de la trampa, del atajo y de los esguinces a las normas. Consciente de que la justicia jamás actuará en su contra -sin importar que él confesó la comisión de delitos sumamente graves-, continúa haciendo lo que le viene en gana.
A pesar de haber sido retirado del Congreso como consecuencia de la anulación de su inscripción, Mockus, apelando a un argumento totalmente falso, se hizo presente en la plenaria del Senado para votar a favor del hundimiento de las objeciones.
Según él, la anulación de su elección no estaba ejecutoriada ni oficialmente comunicada. Una mentira absoluta del “profesor”, pues desde el 27 de abril ésta había quedado en firme. El propio Mockus le solicitó a la mesa directiva del Senado de la República que se le indicara los pasos a seguir en términos administrativos para la dejación de su curul.
Cuando de pasarse por la faja el ordenamiento legal y desconocer fallos judiciales se trata, el señor Mockus es un inmejorable maestro. Para nadie era un secreto que él, como cabeza visible de la fundación “Corpovisionarios” -institución que celebró contratos por varios miles de millones de pesos con el gobierno Santos-, estaba inhabilitado para inscribirse como candidato al Senado.
A ciencia y consciencia de aquello, presentó su candidatura y ficticiamente infló la lista de los Verdes, configurando una trampa miserable que merece ser castigada, tanto judicial como políticamente.
Mockus pasará al retiro. En poco tiempo desaparecerá de la escena pública nacional pero su legado quedará. Aquel que se presentó como el apóstol del “no todo vale”, fue, en la práctica, el más vulgar y deleznable líder del “todo vale”.
Publicado: mayo 6 de 2019
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