Francisco José Tamayo Collins: El dilema de la democracia

Francisco José Tamayo Collins: El dilema de la democracia

Lo que está en juego es la supervivencia, el debate racional, la prensa independiente y el crecimiento económico de manera sostenida.

Más allá de nombres, ideologías e intereses, lo que está en juego en esta coyuntura de nuestra Democracia,  es la supervivencia de la civilización, el debate racional, la prensa independiente y la posibilidad de crecer económicamente de manera sostenida, sin las trabas onerosas que imponen los totalitarismos disfrazados de ovejitas, que hoy son respaldados financieramente por los carteles de cocaína que mueven el porcentaje más alto de dinero sucio del planeta.

No olvidemos, dentro de este orden de ideas, el papel de funestos personajes que cobijados por sus multimillonarias fortunas, dominan medios de comunicación, son sólidos jugadores de la banca mundial e impulsan influyentes instituciones –algunas de ellas bastante “abiertas”-, que solo benefician al marxismo cultural, en detrimento de la persona humana y de la sociedad en general. George Soros, quien según Forbes, es uno de los hombres más ricos del mundo, con un patrimonio superior a los 25 mil millones de dólares, es el mejor ejemplo. (Recomendamos ver el documental “No todo lo que brilla es Soros”, publicado en YouTube).

Así las cosas, la Democracia de nuestros días, enfrenta un dilema tan complejo como el que encaró el príncipe Hamlet en el frío castillo de Elsinor. Naturalmente, en las actuales circunstancias, la cuestión es mucho menos poética: no escogeremos entre “to be or not to be”, sino entre Libertad o Narcoterrorismo en el poder.

¡Protesto! No es posible que hayamos llegado a tan estúpido escenario. Porque la Libertad se encuentra amenazada, mientras que el narcoterrorismo ha sido coronado con los laureles de la impunidad.

La Libertad se ve amenazada cuando se impone el capricho del fumador de marihuana, desconociendo el derecho del bebé que merece respirar un aire limpio en su paseo matinal por el parque. La Libertad se ve arrasada cuando se equipara el matrimonio entre hombre y mujer con la “unión legal” entre un ser humano y un animal de cualquier especie diferente, como ocurre en algunos países del “primer mundo”.

No sigamos manoseando la Libertad, anteponiendo el interés individual sobre el bien común. Por favor, en defensa de la Libertad, no hablemos de matrimonio igualitario, cuando en realidad se debe hablar es de contrato de sociedad conyugal. Desde esa perspectiva, si nos sujetamos al derecho y cuidamos el lenguaje con rigor, no habría problemas. (La población LGBT tiene todo el derecho de firmar contratos de sociedad conyugal, pero no tiene ningún derecho contraer matrimonio. Nadie tiene derecho, por muy gay que sea, de pasar por encima de los principios religiosos, llámense musulmanes, judíos, protestantes o católicos).

Por su parte, el narcoterrorismo, auspiciado por una prensa bien “enmermelada” -que se olvidó de su función más importante dentro de la Democracia, cual es la de ser la voz de la ciudadanía en defensa de la convivencia pacífica-, triunfa en los medios, con el aval de gobernantes pusilánimes.

Importantes referentes de la prensa -y lo decimos con enorme tristeza-, hoy se arrastran como meretrices, para darle pantalla y escribir reportajes plagados de elogios, para quienes a lo largo de la historia no han hecho nada diferente de asesinar, traficar cocaína, dividir familias, secuestrar, extorsionar, mentir, cometer abortos, acabar con la infancia de miles de “niños milicianos” e imponer el terror como único camino de “la revolución”.

Sin duda, el narcoterrorismo latinoamericano, protagonista de una inteligente mascarada, ha logrado importantes conquistas en el desarrollo de su estrategia, apoyado por aliados como el Foro de Sao Paulo, organismo que reúne más de 100 organizaciones de tinte marxista-leninista-socialista-comunista –donde, por supuesto, las Farc tienen asiento-, pacientemente concebido por el difunto Fidel Castro (oremos por su alma) y por el controvertido Lula da Silva, expresidente brasileño implicado –hasta el cuello- en el escándalo continental de Odebrecht.

Con todo respeto: ¿Por qué no se aplicó la Carta Democrática Interamericana de la OEA en 2003, cuando Chávez ya había mostrado su cariz comunista? ¿Para qué sirve una Diplomacia que no defiende los valores esenciales de la Democracia? ¿Estamos preparados para el viraje de los Estados Unidos en su relación con el gobierno de Colombia?

Mensaje para Maduro: no tenga miedo, abra la boca y díganos todos los secretos del Proceso de Paz de La Habana, suscrito entre Juan Manuel Santos y las Farc. 

@tamayocollins

Publicado: abril 26 de 2017