Parece haber llegado a su fin la impunidad de los Benedetti, uno de los clanes familiares más corruptos de Colombia.
La justicia cojea, pero llega. Han pasado más de 10 años desde que se fraguó y ejecutó el saqueo de Bogotá y una de las principales protagonistas de ese plan criminal, la exconcejal y actual embajadora de Santos en Panamá, Ángela Benedetti, continuaba, hasta ahora, sin responderle a la justicia.
Valga recordar que fue en el apartamento de la señora Benedetti Villaneda donde se planificó el gran desfalco de la capital, durante la nefasta alcaldía de Samuel Moreno Rojas, condenado a más de 20 años de prisión.
Desde siempre, se aseguró que la embajadora Benedetti estaba blindada, gracias al inconmensurable poder y capacidad corruptora de su hermano, el senador Armando Benedetti, quien también ha salido indemne en las múltiples investigaciones que en su contra ha emprendido la justicia. A pesar de estar involucrado en los más tenebrosos casos de corrupción, Benedetti ha gozado de “inmunidad” judicial, dado que en la corte suprema los procesos en su contra duermen en el más profundo de los anaqueles de aquel tribunal.
La impunidad con la que se había beneficiado la embajadora Ángela Benedetti, llegó a su fin por cuenta del anuncio de la fiscalía general de la nación, en el sentido de que se ha abierto una línea de investigación formal en su contra, con el fin de determinar cuál fue su papel en el denominado carrusel de la contratación.
En 2007, tuvo lugar un desayuno en el apartamento de Ángela Benedetti, en el que participaron los contratistas Nule y el entonces contralor de Bogotá, Miguel Ángel Moralesrussi. En dicho encuentro, se finiquitó el plan criminal para robar al erario bogotano.
Así mismo, un testigo ha asegurado que el también condenado contratista, Julio Gómez, le entregó a la señora Benedetti la suma de $250 millones de pesos en efectivo, por concepto de comisión de los robos cometidos en la capital.
El escándalo del carrusel de la contratación, estalló en el instante en que se filtró una grabación del famoso desayuno. Todos los asistentes al mismo, terminaron en la cárcel y la gran mayoría fueron condenados. Misteriosamente, la embajadora Benedetti fue la única que pasó de agache ante la justicia, a pesar de la importante cantidad de testimonios y de pruebas que la incriminan.
Esta investigación, que muy posiblemente terminará en una imputación de cargos contra la procesada, se constituye en un golpe quizás demoledor contra el hasta ahora impune “clan Benedetti”.
Hace unos meses, se descubrió que el patriarca de esa familia, el exministro samperista Armando Benedetti Jimeno, había observado un exagerado incremento patrimonial luego de que le “aparecieran” más de $100 mil millones de pesos en sus cuentas personales. Dicha irregularidad, no ha sido investigada por la justicia.
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Sobre el senador Armando Benedetti Villaneda, pesan múltiples denuncias por actos de corrupción y parapolítica. La corte suprema de justicia, esa misma donde funcionaba la Bacrim judicial, no ha querido castigarlo. Hace algunas semanas, el abogado Jaime Lombana señaló a Benedetti de haber sido favorecido por el cartel de la toga.
Otro de los hermanos Benedetti, Camilo, ha sido señalado por haber participado en el saqueo al departamento de Casanare, hecho que desembocó en la condena del exgobernador de ese departamento, Whitman Porras, a más de 18 años de prisión. Camilo Benedetti, sigue impune.
Un antiguo colaborador del senador Benedetti, le confirmó a LOS IRREVERENTES que el congresista aseguraba que ni él ni su familia serían tocados por la justicia, gracias al poder que ejercía sobre distintos funcionarios de la rama judicial.
Al parecer, esta vez falló su estrategia, pues sin duda alguna la investigación contra Ángela Benedetti será el principio del fin de uno de los clanes familiares más corruptos de Colombia.
Publicado: noviembre 10 de 2017